Una vivienda y un local comercial sufrieron también la entrada de ladrones la pasada noche en Abegondo. La casa, en el lugar de Quintás, fue la más afectada: los ladrones se llevaron el oro que había en el domicilio y 200 euros en efectivo. El local, situado en San Marcos, en cambio, no registró ninguna sustracción.

"En el momento no me llevé mucho susto, pero después te empieza a correr algo por el estómago, de arriba abajo, y piensas que no estás segura ni en tu casa", lamentaba ayer la propietaria de la casa, Clara Fariña. La dueña relata que se encontraba en la casa de sus padres, a escasos metros de la suya, cuando se registró el robo, entre las 19.00 y las 20.00 horas aproximadamente, asegura. "Hasta oímos ladrar a los perros, un rato después de las siete, y los vecinos también, e incluso se acercaron, pero no le dimos importancia porque podrían ladrar por ver pasar un gato", detalla la vecina.

Los ladrones entraron por las ventanas del baño, situado en la planta de abajo. "Cuando volví de casa de mis padres, sobre las diez, vi que había algo sobre el césped, junto al baño, que reflejaba a la luz, como una uralita. Y al entrar mi marido y yo vimos cajones abiertos, pero los cerramos y no le dimos importancia, hasta que nos dimos cuenta: pinzaron las ventanas, las sacaron y las dejaron fuera y entraron por ahí", cuenta Fariña. Al acceder a la parte superior, resultó más evidente para que alguien había entrado en la casa.

Los autores del robo habían revuelto buena parte de los cajones de los tres dormitorios de la vivienda, en la que reside el matrimonio con dos hijas. La familia registró la falta de unos 200 euros en efectivo y las joyas de oro que guardaba en un joyero. "Lo único de oro que no se llevaron fue una medalla de mi madre, creo que porque estaba grabada", explica la dueña.

El robo se produjo mientras la vivienda estaba vacía, lo que hace sospechar a Fariña que los ladrones les vigilaban. "Nos tenían controladísimos. Sabían que estábamos en casa de mis padres, que no da para aquí", afirma la dueña, quien apunta que la vivienda no tiene alarma y señala: "El coche estaba dentro con las llaves al lado. No lo llevaron porque no quisieron".

La vecina lamenta una mala racha en la familia, tras una avería que supuso gastar unos 1.000 euros en el coche de una de sus hijas y el robo en la vivienda de su hermano, hace aproximadamente un mes, en Guísamo, además de que, en los últimos días, un rayo estropeó el sistema automático de apertura cierre del portalón de la finca.

El local comercial en el que entraron los ladrones, situado en la capital municipal, a unos 200 metros del Ayuntamiento, solo sufrió la rotura del ventanuco por el que entraron. "No se llevaron nada. Al menos yo no he visto que falte nada", aseguró ayer la dueña, María José Presedo, todavía con "mal cuerpo" después de haber descubierto que habían entrado en el local anexo a su tienda, también suyo, que fue una gestoría y en el que ultima la apertura de una tienda de ropa.

Los ladrones forzaron un pequeño ventanuco situado en la parte superior del ventanal y entraron a través de éste. El alféizar y el marco del exterior todavía tenían huellas parciales de pies. También quedaron marcas de pisadas en un pequeño bloque de escalones que había sido pintado para la nueva tienda el domingo y que "movieron hasta la ventana para salir", según la comerciante. De las manos no quedaron huellas, afirma Presedo. "Los agentes me dijeron que debían de llevar guantes y no quedaron huellas", afirma la comerciante, que se percató de lo ocurrido por la mañana. "Vi que estaba abierto el ventanuco cuando pasé para llevar a la niña a la guardería y después ya vi que habían entrado", cuenta. Solo rompieron la ventana y abrieron un archivador, pero no se llevaron nada.