César Guerra, Deyanira Hernández y su hija Sayeri, de quince años, llevan desde el pasado miércoles alojados en el hostal pagado por el Concello. Comen y cenan junto a otras diez personas que tampoco pueden regresar a sus casas, seriamente dañadas por la inundación que asoló el pasado miércoles el entorno de As Brañas. No dudan en tildar su situación de "desesperada". Han perdido todos sus enseres, tienen 3,12 euros en el banco y no disponen de un seguro que les cubra las pérdidas. "Solo cubre la casa, no los bienes de los inquilinos", explican.

Este matrimonio procedente de Venezuela, que reside desde hace siete años en Sada, se había mudado hace unos meses a una vivienda de alquiler en el callejón de la Laguna. Estrenaron el piso el pasado 15 de enero. "Puede decirse que estábamos recién mudados, había cajas sin desembalar todavía", relata Deyanira. Ella es la única que aporta actualmente ingresos a la familia. Los 149 euros mensuales con complementos puntuales que percibe por trabajos de limpieza del hogar.

La inundación de su casa ha sido un duro golpe para esta familia que intentó por todos los medios salvar sus enseres de una inundación que levantó una barrera de agua de 1,20 metros en su vivienda . La pesadilla arrancó a las tres de la madrugada. "Escuchamos a la perra jugando con agua, mi esposo se despertó, le tocó el lomo, notó que estaba mojada, se levantó y ya puso el pie en el agua", relata Deyanira. "Nos levantamos inmediatamente y comenzamos a barrer hacia el patio, pero poco después el agua empezó a salir por el desagüe del baño. Entraba por las paredes cada vez con más fuerza, y al inundarse el portal nos empezó a entrar por debajo de la puerta, era desesperante, sentíamos una impotencia total", relata.

Sostienen que llamaron a los bomberos a las 3.00 horas, lo intentaron de nuevo a las 4.00 y a las 4.15 horas. "Estaban cubriendo otras incidencias y no llegaron hasta las cinco", relata la afectada. Fueron horas "angustiosas". "Mi esposo intento frenar el avance del agua mientras mi hija y yo levantamos los muebles, los electrodomésticos, la cama..., pero el agua no paraba de subir. Cuando llegaron los bomberos intentaron achicar, pero no podía hacerse nada. Nos dijeron que abandonáramos, que estábamos luchando para nada y que lo primero era ponernos a salvo".

"Lo perdimos todo, los muebles y los electrodomésticos están inservibles, la ropa, mis máquinas de ejercicio por la lumbalgia... hasta los libros de texto de mi hija. Intentamos poner las cosas lo más alto posible, pero no valió de nada. "Todos mis recuerdos de Venezuela quedaron sumergidos en el agua, los tenía en álbumes, las fotos de mi boda, de la comunión de mi hija...", relata Deyanira al borde del sollozo.

Este matrimonio evitaba ayer buscar culpables y agradecía ayer el trato "maravilloso" dispensado por los Servicios Sociales del Concello y por la concejala Isabel Reimúndez. "Han sido un apoyo fundamental. También la Cruz Roja", destacan. Ahora solo piensan en el futuro. Y piden ayuda. "Hay a gente a la que le daría vergüenza, incluso a mi antes, pero a estas alturas...".