Una excavadora derrama a plena luz del día tierra y escombros en una laguna artificial a la entrada de Costa Miño Golf ante la atónita mirada de los residentes en esta urbanización. Relatan que las máquinas vierten tierra "cada dos por tres" en esta charca formada durante las obras de construcción de la macrourbanización y que deja en el visitante una imagen de abandono acuciada por los esqueletos de viviendas que la flanquean.

"Llevamos años exigiendo que vallen esta charca, que es un peligro porque está ubicada al lado del merendero, pero y ni caso. Ahora vierten tierra y escombros sin dar ningún tipo de explicación, pese a que hay un manantial por el que no deja de brotar el agua. Esto es totalmente insalubre, parece la escombrera de Miño", lamenta Francisco Díaz, el vicepresidente de la asociación cultural y deportiva de Costa Miño Golf.

Este colectivo arrancó su andadura en junio del pasado año. Nació con el doble objetivo de estrechar lazos entre los residentes y reivindicar mejoras en este macrocomplejo que nunca llegó a ser la urbanización de lujo, el paraíso de sol y playa que presagiaban el Concello y los promotores.

La subasta de pisos y viviendas embargadas por los bancos ha conseguido que poco a poco este complejo residencial se llene de vida, de familias que demandan servicios. No puede decirse que pidan lujos. "Hay casas que todavía no tienen ni línea de teléfono", lamenta Domingo Calvo, el presidente de la asociación. La lista de demandas es larga y los vecinos denuncian que se las han traslado reiteradamente al Concello sin obtener más que largas. Mejoras en la recogida de basuras, una cuadrilla de limpieza, el arreglo de baches, colocación de badenes, la gestión de las pistas deportivas o un local social. "Hay uno y lo tienen cerrado. Nos dijeron que nos lo cederían hace meses, pero seguimos igual", critican. "Pagamos un IBI muy alto, dejamos en el Concello unos 700.000 euros al año, no decimos que tengan que reinvertir todo aquí, pero lo que no puede ser es que nos priven de los servicios básicos, no se puede permitir que los árboles se sequen o que no se arreglen las aceras", argumenta Domingo, que resume sus reivindicaciones en una anhelo: "Queremos ser de Miño".

La asociación dispone ya de un centenar de socios y esperan alcanzar los doscientos en verano. Durante los últimos meses han organizado fiestas y actividades para unir lazos. Falta que se una el Concello.