La educación en el rural no atraviesa su mejor momento. La caída demográfica amenaza colegios de la comarca que, en su día, la Administración puso de ejemplo. El área de Betanzos no es ajena a una tendencia que obliga a los docentes a redoblar esfuerzos para compensar la desigualdad de medios y un baremo autonómico que establece el número de profesores en función de las matriculaciones, sin distinguir entre las zonas urbanas y rurales.

Los colegios de Présaras, Virxe de Cela, Forte Bragade o Curtis, entre otros, multiplican los servicios y actividades para captar alumnado y apelan a la necesidad de que la Xunta acepte la singularidad de una educación vital para fijar población. "Necesitamos un sistema que se adapte a las características del rural, que le dé valor como escuela diferenciada. No puede ser que por tener menos alumnado nos supriman docentes", argumenta Camino Pereiro, directora del Virxe da Cela.

Y es que la comarca vive ahora la dolorosa resaca del éxodo juvenil. La educación, coinciden los docentes, es el único camino para revertir la situación, inculcando entre los pequeños el apego al entorno y uniendo a una generación clave para revalorizar el rural. " Un niño que no cursa sus primeros estudios en su pueblo natal difícilmente echará raíces", recalcan.

Estos colegios han visto cómo descendía progresivamente su alumnado. Una sangría que ha disparado las alertas y que ha llevado a padres, docentes y políticos a izar pancartas contra unos recortes que "atentan contra la igualdad de oportunidades". El colegio de Cesuras llegó a tener más de 300 alumnos. Ahora son 63. El de Présaras ha pasado de 300 en 1978 a 30. El Virxe da Cela llegó a tener 500 alumnos; ahora hay 141. La situación contrasta con la de centros como el de Betanzos, con mil alumnos; y la de villas medias, como Sada.

Las flaquezas de la educación rural saltan a la vista. El progresivo descenso del alumnado, la escasez de oferta cultural en pueblos cada día más envejecidos que no disponen de conservatorios, escuelas de idiomas, cines o museos; la dispersión o la ausencia de planes coordinados de desarrollo sostenible son un lastre difícil de combatir. Los docentes contraponen estas debilidades con las ventajas, como la baja ratio de alumnos por aula, que permite ofrecer una educación más individualizada. "Hablamos mucho de los países nórdicos, del sistema educativo de Finlandia, pero aquí tenemos la oportunidad de ofrecer ese tipo de educación y no lo valoramos", destaca Ana Fernández, directora del CEIP de Présaras.

La progresiva implantación de nuevas tecnologías ha supuesto todo un revulsivo, ha abierto "ventanas al mundo a estas escuelas" en las que las TIC resultan esenciales para compensar las desigualdades del contexto. Otra ventaja a la que apelan los docentes es la implicación del pueblo con colegios que se han convertido en auténticos focos culturales. Padres, vecinos y docentes suman esfuerzos para hacer realidad el proverbio de que para educar a un niño hace falta toda la tribu. "Nos conocemos todos", incide la directora de Curtis, María Jesús Barral.

La única manera de revertir la situación, incide su homóloga de Virxe da Cela, es que toda la comunidad reme en la misma dirección para mantener una escuela de calidad. "Hay que darle valor al rural", destaca esta profesora, que no escatima en horas para diseñar actividades que den un "valor añadido" al centro y disuadan a los padres de enviar a sus hijos a cursar Infantil y Primaria a una villa intermedia.