El río Douro pasa por Maianca. Pero en esta pequeña parroquia los vecinos lo llaman, de toda la vida, O Regacho. Este riachuelo, que en invierno enbravece y anega casas, fluye desde la iglesia hasta el núcleo de población como si fuese un canal de Venecia: alguien tuvo la lúcida idea de no entubarlo sino resaltarlo, lo dejó fluir por donde debería ir la acera, bordeando los cierres de las casas, y se montó a su vera un tramo de paseo de madera con barandilla. Recorre unos trescientos metros hasta desembocar en el lavadero, que aún está en buen estado.

La singularidad de este canal veneciano que rodea las casas de la calle Tierno Galván se une a otras peculiaridades de este discreto enclave con encanto, que tiene su propia ruta oficial de senderismo y donde sus vecinos tienen imágenes de San Cosme, el patrón de la parroquia, o dentro o fuera de casa, en plena fachada, como solicitando la protección de este mártir que era médico. Siguiendo O Regacho aguas arriba se llega a la iglesia más bella del municipio, San Cosme, una de las dos románicas del concello junto con la de Dexo.

Sobre este templo en el que aún hay vestigios prerrománicos del siglo X (arcos visigodos, capiteles estilo asturiano y una pila bautismal) junto con estructura, alzados y fachada ya románicos (tuvo una gran reforma en 1978 que costó 2,5 millones de pesetas), existe una popular leyenda, sin documentos que la respalden, que dice que el caudillo del califato de Córdoba, Almanzor, estuvo en ella en 997 y su caballo abrevó en la pila bautismal.

Es común el error de considerar Mera como parroquia cuando es solo un núcleo que pertenece a Maianca. "Maianca llega hasta la farmacia de Mera, ésa es la frontera. Para mí no hay sitio más bonito. Eso sí, en invierno es muy frío porque el regato es bonito, pero húmedo", cuenta el expresidente de la Asociación de Vecinos San Cosme de Maianca, Ramón García.