Durante muchos años, cada curso escolar unos 600 niños utilizaban el servicio de comedor escolar del colegio Valle Inclán de Perillo. Este servicio se realizaba en contenedores de obra unidos, frente al edificio docente, en unas condiciones más que precarias. Tras múltiples demandas de la directiva y del Concello la Xunta inició conversaciones con el colegio para construir el demandado comedor en septiembre del año pasado pero no empezó las obras hasta ahora, una vez convocadas las elecciones autonómicas. Y ya ha habido protestas por su ejecución.

El alcalde oleirense, Ángel García Seoane, denunció ayer que el proyecto de la Consellería de Educación incluye solo una primera fase, el acondicionamiento de una parte del edificio escolar ahora en desuso como comedor para servir las comidas, pero excluye la ejecución de una cocina para prepararla. García Seoane aseguró que no permitirá la ejecución parcial de esta obra y amenazó con "paralizarla" porque además se realiza sin que la Xunta haya solicitado "autorización municipal".

Seoane aseguró que adoptará "medidas urgentes para que los trabajos se realicen por completo", que se haga tanto el comedor como la cocina (que gestiona la Asociación de Nais e Pais, Anpa). Para el próximo curso escolar 2016-2017 hay 580 niños inscritos para el comedor escolar, 21 en lista de espera y 11 que presentaron la petición fuera de plazo.

La Consellería de Educación aseguró ayer, tras ser preguntada, que los trabajos que acaban de iniciarse en el recinto educativo fueron "consensuados con el Anpa y con la dirección del centro a través de varias reuniones en las que se definió la actuación que se iba a realizar". La consellería no especificó si la obra que ejecuta incluye o no el comedor ni si estará terminada a tiempo para iniciar el próximo curso escolar el mes que viene.

Hace casi un año que Educación inició las conversaciones para buscar una solución que pusiese fin a una situación tan absurda como la de tener un comedor en el exterior y conformado por casetas de obra tuneadas con agujeros y hasta trozos de papel albal con los que se ejecutaron caseras salidas de humos.

En esos momentos se barajaron alternativas, entre ellas la del Concello de Oleiros que ofreció a la Xunta de nuevo un terreno detrás del colegio (ahora vacío) para construir el comedor. Se acordó sin embargo, al ser más económico, cerrar la entrada del centro, aprovechando las altas columnas ya existentes y su cubierta, y al ser un espacio tan alto se construye un piso de hormigón para contar con dos alturas, por lo que arriba aún habría sitio para otros usos.