Al calor de la estufa y pertrechadas con agujas, un grupo de vecinas de Santaia dedica un par de horas del viernes a tejer un manto de solidaridad con las víctimas de la violencia machista. Marta, Marisa, Maruja y María José han puesto en marcha esta quedada coincidiendo el Día Internacional contra la Violencia de Género.

Este club de la calceta de Curtis surgió por iniciativa de Marta, profesora de dibujo en el centro social de Santaia que este verano entró en contacto con la cofundadora del proyecto italiano Vita Vittoria que, en pocos meses, se ha extendido por todo el país.

"Yo tengo una granja ecológica en Vilasantar y durante los veranos recibimos voluntariado europeo", relata Marta. Y una de esas voluntarias fue Simona Romele, que recaló en la granja de Millo e Landras hace unos meses. Esta italiana es una de las promotoras de una iniciativa para colaborar con las víctimas de la violencia machista que solo en un año ha conseguido recaudar 70.000 euros para pagar el alquileres sociales de mujeres maltratadas.

El proyecto consiste en crear grupos de calceta para tejer cuadrados de 50 centímetros por 50 centímetros que se envían a Italia y mujeres víctimas de la violencia machista que viven en casas de acogida se encargan de formen tapices que se exponen en las distintas plazas del país para su venta por un precio mínimo de 20 euros.

Todo el dinero recaudado se dedica a pagar los alquileres sociales de las mujeres víctimas de malos tratos.

"Me pareció una idea maravillosa", explica Marta, que resalta que esta iniciativa no solo permite poner un granito de arena en la lucha contra la violencia machista, sino que ofrece la iniciativa de crear vínculos en el pueblo, un punto de encuentro en el que pasar un buen rato charlando y compartiendo puntos de calceta y ganchillo. "De momento solo somos mujeres, pero vamos a conseguir que se una algún hombre, estoy segura", explica la promotora de este club, que se reunirá todos los viernes en el local de Santaia.

La primera sesión dejó en todas las participantes las ganas de repetir. "Nos lo pasamos muy bien, tomamos café, charlamos, intercambiamos puntos de ganchillo y calceta. Estábamos tan a gusto, tan calentitas junto a la chimenea, que a las seis ninguna quería levantarse de la silla", relata entre risas Marta.

Las asistentes invitan al vecindario a armarse de telas y agujas y sumarse a esta iniciativa solidaria que se celebra los viernes de 16.30 a 18.00 horas en el local social de Santaia. El único requisito: no dar puntada sin hilo.