Quienes piensen que solo los colegios urbanos garantizan una educación óptima en nuevas tecnologías deberían darse una vuelta por el colegio rural Virxe da Cela. Este pequeño centro escolar que agrupa al alumnado de Irixoa y Monfero es un ejemplo de cómo educar a la última a las nuevas generaciones y contribuir al tiempo a fijar población en unas aldeas muy castigadas por el envejecimiento de la población y el éxodo de las últimas décadas.

El centro ha recibido varios premios por el trabajo en programación y robótica de sus alumnos y desde hace unos días dispone de una impresora 3D gracias a Ayuda en Acción y la empresa Ricoh. Es el único colegio en Galicia que ha sido seleccionado para participar en el programa de apoyo a la infancia Aquí también, que tiene por reto "romper la brecha digital" y garantizar la igualdad de oportunidades en el rural, como resume la coordinadora de la ONG Beatriz Varela.

Ayuda en Acción seleccionó once centros en toda España para llevar la impresión 3D a las aulas en colaboración con Ricoh, cuyos trabajadores realizan donativos desde hace años para facilitar material puntero a las escuelas que no tienen acceso a las mismas oportunidades que los urbanos. "El centro se lo merece, lleva a cabo muchas iniciativas", incidían ayer desde Ayuda en Acción. Esta ONG y Google han colaborado ya con el Virxe da Cela a través del programa Genios, que le valió a los alumnos y a su profesor de Scratch el primer premio del Colexio Profesional de Enxeñaría en Informática de Galicia por su trabajo de programación en torno al camino de Santiago.

La implicación del profesorado de este centro ha sido clave para involucrar a los pequeños de Virxe da Cela en diversos proyectos de innovación tecnológica. La directora, Camino Triguero, agradecía ayer la colaboración de Ayuda en Acción y Ricoh y celebraba "enorme privilegio" que supone disponer de una impresora 3D para desarrollar la competencia digital del alumnado. "Como no se crean capaces ahora de hacer de todo me los cargo", bromeaba ayer la directora de un colegio que combate desde hace años la caída del alumnado con el diseño de actividades que den un "valor añadido" al centro y contribuyan a mantener vivo el rural. Un esfuerzo que asumen también los pequeños, que han formado una asociación en defensa de sus aldeas.