Pocos podían prever hace unos años que una de las playas más emblemáticas y concurridas de la ría de Betanzos, Gandarío, llegaría a lucir un cartel que desaconseja el baño. El progresivo declive de este arenal bergondés evidencia la necesidad de proceder a la regeneración del estuario, una actuación proyectada por el Ministerio de Medio Ambiente hace ya más de una cada y todavía sin plazos. El caso de Gandarío es especialmente llamativo pero no es el único. La bandera negra ondea también en la margen derecha de la playa urbana de Sada, la denominada As Delicias, que registró su último aprobado en 2013.

As Delicias y Gandarío constituyen dos casos extremos, pero la calidad de las aguas ha descendido también en otros arenales de la ría betanceira. El mapa de zonas de baño de Galicia que elabora la Consellería de Sanidade permite constatar su progresivo empeoramiento. De los 15 puntos de muestreo realizado el 7 de junio, solo en tres se obtuvieron resultado de excelente; cuatro lograron la calificación de buena; cinco, solo la de suficiente y en tres se recomienda directamente no bañarse.

El mapa de zonas de baño de Galicia no recoge todos los arenales, algunos como O Regueiro, en Bergondo, ya ha sido eliminados de la auditoría autonómica tras sumar cuatro años de malos resultados.

Las playas que arrojan peores resultados son las de As Delicias, en Sada, y la de Gandarío, pero también se constata un empeoramiento en otras que en pasados años obtuvieron la calificación de excelente o buena, como la de O Pedrido, y que solo ha logrado un suficiente en las analíticas de junio. Playa Grande de Miño, que encadenó años de aguas excelentes y banderas azules, ha visto descender su nivel al de bueno en uno de sus márgenes, el derecho.

Los concellos del área han demandado en numerosas ocasiones la regeneración de la ría de Betanzos. La Consellería de Medio Ambiente admitía en 2014 que "desde el punto de vista microbiológico" este estuario presentaba peores resultados que el de O Burgo. El Gobierno gallego admite la existencia de varios puntos de vertido y defiende la necesidad de mejorar la depuración con nuevas plantas, como la de Gandarío, aún en período de pruebas. Colectivos ecologistas, en cambio, cuestionaron la efectividad de esta nueva planta y denunciaron el mal funcionamiento de varias de las EDAR instaladas en la comarca, ya sea por defectos de construcción o por su incapacidad para atender la creciente población asentada en las orillas de los municipios más turísticos.

Ni las reclamaciones de los ayuntamientos, ni las protestas de ecologistas y cofradías de pescadores han logrado que el Estado fije plazos para regenerar la ría. El Ministerio de Medio Ambiente aprobó un proyecto en 2006, que llegó a disponer de partidas en el presupuesto que, finalmente, fueron retiradas. Años después, el Gobierno modificó la planificación y accedió a priorizar la regeneración de la playa de Sada. Las obras, presupuestadas en 2,5 millones, salieron a concurso en vísperas de las elecciones de 2015.

Demarcación de Costas preveía iniciar los trabajos en octubre de 2016 pero, tras varios aplazamientos, desistió del proceso de contratación. El organismo estatal anuló el contrato en abril de 2017 alegando una "infracción no subsanable" en el proceso, que se mantuvo paralizado año y medio.

El Ejecutivo central atribuyó esta anomalía a los problemas derivados de haber permanecido durante tantos meses en funciones y se comprometió a "reiniciar de manera inmediata el procedimiento de licitación". Han pasado más de dos meses de la resolución y Demarcación de Costas todavía no ha sacado los trabajos a concurso, pese a que durante ese tiempo si ha iniciado los procedimientos de contratación para mejorar la calidad ambiental de otras playas del país.