Un giro de 180 grados es volver hacia atrás. Eso afirmó el alcalde de Betanzos en el último encuentro con las entidades ecologistas y culturales que estaban en desacuerdo con la construcción de una nueva senda a los Caneiros. Los asistentes le dimos la razón. Según lo expuesto en la reunión, se elaborará un nuevo proyecto regido por unos principios que suponen un cambio radical respecto al anterior. Por lo tanto, se merece el calificativo de viraje de 90 grados. La satisfacción de las ONG viene motivada porque desaparecen aquellos aspectos del proyecto más impactantes para el paisaje y el medio ambiente. Pero, sobre todo, porque el cambio de filosofía implica que el objetivo no es construir una nueva senda para ir a los Caneiros, algo totalmente innecesario, sino que se va a acometer la regeneración ecológica de la ribera del río mediante la creación de lo que merece el nombre de parque. Esto significa que la ciudadanía dispondrá de un nuevo espacio público contiguo al casco histórico, a lo largo de 700 metros de la orilla izquierda del río Mandeo. Para poder pasear por esta zona del espacio natural protegido y disfrutar de las vistas sobre el río actualmente cegadas por eucaliptos, se construirá una senda que lo recorra, en cuyo tramo final enlaza con el actual camino a los Caneiros. Según lo expuesto, este futuro parque contará con dos zonas diferenciadas. Aguas arriba de la fuente de los Ángeles su aspecto será el de un bosque autóctono. Aguas abajo, conservará elementos que recuerden su pasado rural de autoabastecimiento, caracterizado por huertas donde minúsculas parcelas están delimitadas por losas de pizarra. La conectividad con el casco histórico se mejora con el adecentamiento de los callejones de acceso y de los caminillos que recorren las huertas. En esta zona, la transformación se realizará en dos fases, dejando para la segunda las actuaciones en aquellas parcelas donde, aunque figuran como urbanizables en el planeamiento urbanístico vigente, el riesgo de inundaciones desaconseja edificar. Como se intervendrá en una zona de mayor extensión, los técnicos sabrán sacar partido de un abanico mayor de opciones a la hora de redactar el nuevo proyecto, de modo que sea respetuoso con el medio ambiente. Esto redundará, sin duda, en menores costes de ejecución y de mantenimiento. Pero, sobre todo, en un diseño que permitirá un mayor disfrute del espacio por parte de vecinos y visitantes. Han pasado más de siete años desde las primeras alegaciones al proyecto. Tiempo suficiente para querer olvidar las preocupaciones y esfuerzos que supusieron las campañas a favor de la minimización de sus impactos sobre el patrimonio natural y etnográfico. Ahora es el momento de centrarse en lo positivo: se ha logrado acercar las posiciones del gobierno municipal, de los grupos de la oposición y de la ciudadanía, cara a un resultado en el que impera el beneficio público. Como reflexiones al respecto, hay que resaltar varios puntos. Por una parte, los beneficios que puede aportar el diálogo con la ciudadanía. Por otra, la incipiente implicación de la reserva de la biosfera en la intermediación de los proyectos con incidencia ambiental. Por último, que la mejor inversión es la creación de espacios públicos, pues las infraestructuras y el mobiliario tienen fecha de caducidad. Hemos echado en falta en todo este proceso la participación de quienes deberían ser valedores del patrimonio natural afectado: la Demarcación de Costas y la Dirección Xeral de Conservación. Tienen ahora la oportunidad de paliar su dejadez. La reunión finalizó comentando la posibilidad futura de continuar la regeneración de la ribera hasta los Caneiros, para lo cual la colaboración de estos organismos es clave. Esperemos que los canales de entendimiento abiertos los animen a sumarse a ese proyecto tan hermoso que es la recuperación ecológica y paisajística del río Mandeo.