El urbanismo de los años setenta, que nunca oyó hablar de impacto paisajístico, arquitectura de calidad ni buen gusto, dejó su huella en un territorio privilegiado como Oleiros. El daño pudo haber sido peor, por las ansias urbanísticas posteriores a esos años en un concello con tanta costa y tan impresionantes vistas, pero se frenó, con alguna excepción, desde el Gobierno local a partir de esos años. Edificios de doce plantas que se ven desde mar adentro, son hoy impensables. El daño paisajístico a un municipio que tiene como objetivo actual tener toda su costa liberada es más patente y visible desde mar adentro, desde la costa. Desde una embarcación se puede recorrer el litoral oleirense y señalar sin error todas las construcciones de la década de los setenta del siglo pasado.

En Mera están los hermosos faros y el inicio del Monumento Natural Costa de Dexo-Serantes, protección que supuso la prohibición total a cualquier ocupación del litoral desde 2000. A la izquierda sin embargo, encima del acantilado, llaman la atención desde el mar los dos edificios de cuatro plantas de la urbanización O Xunqueiro, a pie de acantilado (su depuradora está, textualmente, dentro del acantilado), construidas en 1972. Encima del acantilado hay muchos casos de viviendas particulares, como la Finca Penatouro, aunque por su menor dimensión o belleza arquitectónica no enturbian la vista de la ribera. Siguiendo la línea de costa hacia A Coruña los ojos se van a un edificio de color azul en la plaza do Arxentino de siete plantas (según el catastro, solo seis), al borde del paseo marítimo, construido en 1971.

Algo más adelante salta de nuevo la alarma en el ojo del observador al contemplar el inmueble de la Atalaya, junto a la playa de Naval, en Santa Cruz. Es un inmueble de 1979 de hasta ocho plantas, también al borde del mar, entre dos concurridos arenales. En la misma perspectiva se ve desde el mar, al otro extremo de Santa Cruz, el inmueble con mayor impacto y más aberrante del municipio: cerca de la rúa Gaivoteira, en Coruxo, con hasta doce plantas, levantado en 1975. Destaca por estar situado en una zona elevada y porque todo a su alrededor son casas unifamiliares. Varios kilómetros más adentro aún es perfectamente visible.

En la propia playa de Santa Cruz los edificios junto al puerto tienen menor impacto, por alturas discretas. Ahora mismo es visible la grúa que está levantando el futuro hotel que sustituirá al viejo Maxi, uno de los pocos ejemplos de ocupación de fachada marítima de la actualidad. También tiene un gran impacto el hotel Portocobo, por su construcción escalonada en la costa, y tan cerca del castillo de Santa Cruz.

En Bastiagueiro también chirría el edificio de apartamentos de toldos naranjas, terminado en 1980, y el feo edificio residencial de la rúa dos Niños, de 1971. Aunque no tienen muchas plantas, al estar en una zona de tanta altura y ser varios juntos, los edificios de la rúa Cubelos y Miradoiro en el Alto de Perillo, de 2007, conforman una brutal pantalla-muro visual. Y en A Pasaxe está el edificio-anuncio al pie del puente, con ocho alturas.