Si una pequeña empresa de Arteixo puede crecer y cambiar el mundo de la moda como ha hecho Inditex, la joven Teresa Gutiérrez de la Concha Martínez, desde una pequeña aldea rural de este municipio, puede protagonizar la gran revolución que los expertos vaticinan para el futuro de este sector: la moda ética. Hace apenas año y medio que esta coruñesa se tiró a la piscina sin agua y dejó un trabajo fijo, bien remunerado, por un sueño, una pasión que la llevó a crear Claudina Romero, un "proyecto de desarrollo textil responsable", con el que ya logró llamar la atención de la pasarela más importante de España: la Mercedes Fashion Week de Madrid, que el mes pasado la invitó a participar en una actividad paralela sobre moda sostenible. Fueron invitados cuatro emprendedores y ella fue la única gallega.

"Claudina Romero era mi abuela, murió cuando yo tenía 17 años, con 86. Viuda con hijos pequeños, se hizo cargo de una empresa en Baio y sacó adelante a la familia. Una de las cosas que me decía siempre era que si empiezas algo tienes que terminarlo, sin importar el tiempo que lleve. Me enseñó a no tener miedo al fracaso. Usar su nombre para mi proyecto es un cariño hacia ella", cuenta Teresa Gutiérrez, que en la fotografía lleva uno de sus diseños, una falda-globo universal: "Sirve para todas las tallas porque lleva lazos y botones en la cintura para ajustarla, y también por dentro, para llevarla larga, midi o corta. Y luego, si te cansas de ella, con unos pequeños cambios puedes usarla para otras cosas", para forrar unos cojines, como mantel... Teresa utiliza siempre algodón orgánico en sus diseños y nunca tira ni un retal ni un hilo, recicla para otros proyectos. Además de confeccionar prendas de ropa, realiza vestuarios escénicos para teatro, danza y circo, instalaciones artísticas y uno de los aspectos que más le importan: ofrece charlas y talleres para compartir sus conocimientos con los demás.

La moda es la segunda industria más contaminante del mundo y también la segunda que más agua consume. El sistema de consumo actual, de nuevas prendas cada quince días y con una forma de producción lineal, tiene los días contados y muchos grandes diseñadores y marcas ya han iniciado el camino hacia la moda sostenible y ética.

Gucci acaba de anunciar que elimina las pieles de animales, Armani ya lo hizo en 2016 y, antes, Stella McCarthney, pionera en la ropa ecológica. Fashion Lab es una empresa de capital riesgo que financia startups enfocadas a la sostenibilidad y la innovación, y empresas como Ecoalf en España, pionera en el reciclaje de botellas de plástico o redes de pesca para crear prendas de ropa, han logrado demostrar que se puede hacer una economía circular, respetuosa con el medio ambiente y la gente.

"La moda ética es el futuro de la moda, sin lugar a dudas. Ya hay grandes marcas que han empezado con líneas sostenibles y demostrado que es posible y que es el camino. El modelo de economía lineal de construyes, vendes y tiras se va a terminar. La moda sostenible es más que tejidos y mano de obra digna. Son pilares fundamentales pero no exclusivos. Nos perdemos gran parte de la capacidad transformadora de la moda. Yo quiero visibilizar los oficios textiles tradicionales, los patronistas, los que hacen los bordados... que se vea el trabajo que hay detrás de cada prenda, darle un valor emocional y crear así un vínculo que hará que no tires una prenda", subraya esta emprendedora.

"El principal problema es que la moda sostenible no está en las escuelas de moda y eso tiene que cambiar. Te forman para trabajar en la industria, usando programas de patronaje por ordenador muy caros. Yo uso un software muy asequible para la pequeña empresa y que es el que enseño. No podría hacer el trabajo a mano porque no podría repercutirlo en el precio de la prenda, sería carísimo", señala.

Teresa estudió Turismo y luego patronaje, algo que la atrapó. Después de que su hermano rescatase una máquina de coser antigua y la llevase a casa, empezó a arreglar prendas y vio la "satisfacción personal que aporta un trabajo artesano". Le ofrecieron un buen trabajo que no pudo rechazar, como gestora de una entidad en Arteixo, donde estuvo cuatro años.

Pero el Concello organizó un curso de ensamblaje textil y fue el punto de inflexión, tras hacerlo la impulsó a dejar el trabajo fijo y lanzarse "con capital cero" a montar una empresa tras haber atesorado experiencia en producción y gestión empresarial. "Sabía que mi nivel de vida a nivel económico iba a cambiar totalmente, pero sé vivir con más y con menos", apunta.

Antes de darse de alta estuvo un año de investigación, buscando proveedores de tejidos ecológicos y tintes no tóxicos, "lo que fue muy difícil", desarrollando prototipos. Esta coruñesa se fue a vivir a Freán, una pequeña aldea en lo alto de una colina en Uxes, rodeada de monte. Allí vive en coherencia absoluta con su trabajo: su casa es una vivienda de más de 300 años rehabilitada y su taller está en una antigua cuadra.

Allí ha preparado también una marca, Soesto Vida Atlántica, con la que confecciona fundas para tablas de surf en tela ecológica, camisetas, sudaderas, mochilas o bolsas de playa. Esta línea de trabajo la lleva en paralelo a la confección de otras piezas como cortinas o fundas de cojines. Además de la confección de vestidos, faldas o camisas, también realiza escenografías.

Junto a su trabajo como diseñadora, para Teresa Gutiérrez es muy importante la labor de formación. Mientras estudia Patronaje y Moda para continuar formándose ("cuanto más aprendo más cosas veo que no sé y más quiero aprender"), esta semana dará a conocer su proyecto Claudina Romero en A Coruña con charlas y talleres. Este viernes 27 en San Agustín será el coloquio La moda como motor de cambio para una nueva economía con conciencia ecológica y social.

El 10 de noviembre presentará su proyecto de Economía circular como fórmula de negocio en la moda; y el 25 de noviembre impartirá por la mañana un curso de iniciación de costura con máquina de coser, usando tejidos orgánicos y reciclados; y por la tarde otro de patronaje de moda, en San Andrés.