Puede que alguno de ellos cierre el círculo en un futuro y dedique un cuento a la biblioteca de su colegio. A ese salón de lectura con teatro que fue levantado con el esfuerzo extra de sus profesores, familiares y vecinos para "transportar al alumnado a mundos mágicos a través de los libros" y que este curso ha alumbrado la primera promoción de booktubers.

La fábrica de lectores del colegio de Présaras se ha convertido en el centro neurálgico del municipio de Vilasantar, su auténtica casa de la cultura. Obtuvo un premio nacional y recibe a diario la visita de escritores, cuentacuentos, músicos, poetas o familiares que se suben al estrado para narrar historias.

La implicación del equipo docente y de las familias ha resultado más eficaz a la hora de introducir en el alumnado el gusanillo de la lectura que todas las campañas institucionales que intentan inculcar el hábito a base pragmatismos. Los alumnos y alumnas de este pequeño centro rural se han puesto ahora delante de la cámara para decir que leer es divertido y que todavía lo es más compartir un buen libro.

El alumnado de los últimos cursos han puesto en marcha una campaña para recomendar lecturas a los más pequeños a través de YouTube. Hay historias para todos los gustos. Desde combates contra los mosquitos mutantes de Mercurio a las aventuras de una singular familia amante de los números o de un niño que construyó una mamá robot... Hasta el rescate de un gato de lo alto de un árbol puede deparar sorpresas inesperadas.

Uno de los alma máter de esta biblioteca, Javier Cartón, destaca que formar booktubers no solo fomenta la lectura, sino que permite trabajar la expresión y la oralidad. Este veterano profesor es un defensor a ultranza de la slow pedagogy, de "educar a fuego lento". Y en la pequeña escuela de Vilasantar eso pasa por formar un corro y escuchar atentamente a al compañero que se sube al estrado a leer un cuento.