- Es la única profesora de Primaria de Galicia nominada a mejor docente de España. ¿Sorprendida?

-Mucho, la verdad. Fueron los padres y madres los que me propusieron. Yo no tenía ni idea. No me lo esperaba para nada y que hayan sido las propias familias las que lo hicieran posible me llena de responsabilidad, de satisfacción, de ganas de seguir mejorando para cumplir sus expectativas... Y, sobre todo, de ganas de trabajar para que el alumnado sea feliz aprendiendo y se pueda desarrollar como persona lo mejor posible.

- ¿Qué requisitos debe reunir un buen profesor de Primaria?

-Debe tener ilusión por lo que hace y esa ilusión debe ir más allá de enseñar. Debemos escuchar, hacer ver al alumnado que estamos ahí, que formamos parte de su vida y que pueden contar con nosotros para abrirles las ventanas a un mundo con un montón de posibilidades. Es muy importante hacerles creer en sí mismos y en sus posibilidades.

- Este reconocimiento contribuye también a visibilizar la enseñanza en el rural, que a veces parece que se hace de menos.

-Ayuda a ver que otro modelo educativo es posible, que podemos aprovechar todos los recursos que tenemos en el medio. ¿Qué tenemos dificultades? Sí, es verdad, pero podemos compensar esas desigualdades. Es muy importante dar visibilidad a los colegios del rural, que se vea que hay una importante cohesión social y educativa y que ofrecen una enseñanza de calidad.

- En su colegio han desmontado tópicos con premios por el uso de nuevas tecnologías...

-Sí, ha sido gracias a la suma de esfuerzos y a ver en las nuevas tecnologías algo más que meros recursos, a ver en ellas un medio para construir aprendizajes, romper la brecha digital y garantizar la igualdad de oportunidades.

- Tienen un alumnado muy reivindicativo. Presentan mociones a pleno y han reclamado en el Congreso una educación de calidad. ¿Cómo se inculca en los escolares ese espíritu crítico?

-Lo que han sabido hacer el centro y las familias de Irixoa y Monfero es dar valor al rural, hacer ver al alumnado que existen un montón de cosas buenas a las que sacar partido. Tenemos un maravilloso patrimonio natural, nuevas generaciones muy preparadas; tenemos los valores tradicionales del esfuerzo compartido, de hacer comunidad para enfrentarse a los problemas. Si consigues esa valoración, ya tienes la base para poder construir, para que el alumnado vea que se puede salir adelante, que puede haber un desarrollo endógeno sostenible en sus pueblos, que si tienen un objetivo común, entre todos es mucho más fácil conseguirlo. Todo eso ayuda a que adquieran una conciencia crítica, a que sean capaces de proponer soluciones aunque sea a nivel de alumnado de primaria.

- La educación en el rural atraviesa tiempos complicados. En los últimos años han cerrado varios colegios por la caída de alumnado. ¿Ha llegado a temer por el cierre del Virxe da Cela?

-Sí, claro. Falta una política educativa adaptada a las singularidades de cada zona. Da miedo pensar que se opte por cerrar estos colegios del rural y llevar el alumnado a centros masificados de villas más grandes. Nosotros tenemos el handicap de la poca matrícula y ponen como excusa que los costes son muy altos, pero falta poner en valor el rural. Es la seña de identidad de Galicia, de donde se alimenta Galicia. Si trasladamos la educación, la sanidad, los servicios y recursos a las villas grandes y no hacemos planes de desarrollo equilibrados, ¿después que nos va a quedar? Hace falta reflexionar sobre qué modelo social y económico queremos en realidad.

- Siempre se pone el acento en la s carencias, pero ¿qué ventajas ofrecen los colegios rurales?

-Las aulas no están tan masificadas y tenemos más tiempo para ir más allá, no solo dar clase. Tenemos un medio estupendo, patrimonio natural y cultural y familias en las que perduran los valores tradicionales del rural gallego. Y con esfuerzo y la colaboración de distintas entidades hemos conseguido dotarnos de material tecnológico como cualquier otro centro.

- Tomó recientemente la palabra en el Congreso para exigir una educación de calidad. ¿Qué deberes pondría a los políticos?

-Lo primero, un pacto por la educación real y efectivo que nos permita adaptar los procesos educativos a las necesidades sociales y del alumnado. Los políticos deben tener en cuenta que cada comarca y cada contexto tiene unas problemáticas propias y que la autonomía que se promueva para los centros debe estar adaptada para que sea realmente efectiva. Y luego les pediría que no usasen la educación como un arma política, que se pongan de acuerdo, que se den cuenta que el derecho a la educación de calidad, gratuita y universal es para todo el mundo, no solo para los que viven en las ciudades, sino también para el rural y para otras zonas del mundo que no lo tienen garantizado.

- ¿Qué le ha hecho sentirse más recompensada por su labor docente?

-Pues ver crecer a los niños y niñas, ver cómo maduran y cómo lo hacen con ilusión, con alegría, con ganas de aprender, de convivir? Eso es lo mejor de todo, cuando los ves felices, cuando llegan por la mañana, suben las escaleras y te dicen: "Hola, profe", con la sonrisa más grande del mundo.