Uno puede ver de todo en la primera feria del año de Betanzos. Tras una larga noche y bajo la influencia etílica, puede surgir cualquier ocurrencia. Pero ver a una persona pasear con una carretilla por Cecebre, eso ya se sale de lo habitual.

Todo empezó a mediados de diciembre, cuando la Fundación Fragas do Mandeo fue invitada a participar en una jornada de voluntariado ambiental organizada por el Grupo Naturalista Hábitat. El lugar elegido fue la cabecera del embalse formada por el río Barcés, en el entorno de Las Tablas. Una docena de voluntarios recogió rápidamente toda la basura en la zona indicada. Sin embargo, lo lento y tedioso fue clasificarla. El objetivo no era retirar un gran volumen, sino caracterizar detalladamente la composición, origen y tamaño de los residuos para remitir esa información al proyecto Libera que está desarrollando Seo/Birdlife y Ecoembes. Estas dos entidades quieren conocer a fondo el fenómeno del littering, pues afecta gravemente al medio ambiente. A esta presencia de basura por todas partes hay quien la denomina con el término más enxebre de emporcallamento.

Para los amantes de la naturaleza, recoger basura resulta tan gratificante como a una madre limpiarle la cara a su niño. Aprovechando la Navidad, un voluntario continuó recogiendo basura en este espacio natural. Creía que en media docena de paseos acabaría con ella. Primero recorría la cabecera del Mero llenando bolsas de basura grandes, pero pronto pesaban tanto que amenazaban con romper. Por lo tanto, decidió usar una carretilla para explorar las amplias zonas que había dejado al descubierto el bajo nivel del embalse. No se sorprenda al verlo pasear de esta guisa en fechas tan señaladas como el día de año nuevo.

Tras limpiar él solo durante 5 días la zona aguas arriba del puente de Seixurra, pesó la basura: 602 kilos, entre los que se contaban 261 botellas de vidrio. Si se extrapola el resultado a toda la extensión del espacio natural protegido y caminos aledaños, aplicando factores correctores, se puede hablar de casi 4 toneladas de residuos.

Si sorprende la cantidad de basura presente, más aún su tipo. Tratándose de un embalse para el abastecimiento de agua potable, ha sido preocupante encontrar la batería de un coche y numerosos envases de productos insecticidas. No faltaron tres ruedas, numerosos plásticos, hierros, vidrios, cerámicas, etc. Inexplicable ha sido la enorme cantidad de zapatos encontrados.

Otra característica a valorar es la antigüedad de estos residuos. Por los tipos de envases y marcas se deduce que buena parte de ellos fue arrojada hace décadas. Esto induce a pensar que no se ha realizado nunca una limpieza sistemática de la basura presente en el embalse, a pesar de almacenar agua que se va a beber. Alguno argumentará que para eso previamente se depura, sin tener en cuenta que los sistemas de depuración no impedirán el consumo de metales pesados o de disruptores endocrinos que se hayan liberado en la degradación de esa basura.

El medio ambiente ya no puede seguir esperando a que las autoridades competentes tomen conciencia de este grave problema. Cualquier ciudadano puede pasear por el campo o la playa con una bolsa y, cuando está suficientemente llena, depositarla en el contenedor más próximo. Son aquellos que individualmente se deciden a dar pasos tan simples como éste los que marcan la diferencia en nuestra sociedad.