Los últimos datos del INE, correspondientes a enero de 2017, asestan un varapalo a Cerceda. Este municipio pasa de 5.031 habitantes a 4.992. El municipio baja de tramo y se sitúa por debajo de los 5.000 habitantes. La caída pasará factura a los ingresos, al bajar de escalón en la participación de tributos del Estado, y supone también un mal trago al franquear la frontera de los municipios que la Xunta considera viables por número de habitantes.

El INE dibuja un escenario más preocupante en los municipios rurales de la comarca betanceira. Solo Miño y Coirós aumentan su población (de 1.789 a 1.801 y de 5.832 a 5.905 el miñense). El resto de los concellos continúa su tendencia a la baja. Aranga pasa de 1.982 censados a 1.935; Vilarmaior, de 1.260 a 1.249; Vilasantar de 1.275 a 1.241; Irixoa de 1.369 a 1.361; Paderne de 2.445 a 2.441 y Curtis de 3.980 a 3.968.