La Sala de lo Militar del Tribunal Supremo ha confirmado la resolución firmada por la ministra de Defensa, María Dolores de Cospedal, de separar del servicio a un guardia civil vecino de Oleiros como medida disciplinaria después de haber sido condenado en firme por un delito de agresión sexual a dos menores en el año 2012. Por esta agresión sexual ocurrida hace ahora seis años fue condenado por la Audiencia Provincial en 2015 a dos penas, de tres y dos años de prisión, por las dos agresiones.

La sentencia también incluyó la prohibición al condenado de aproximarse a las dos víctimas a menos de 200 metros así como comunicarse con ellas por cualquier medio durante tres años. También se le impuso la libertad vigilada por tres años y el pago de una indemnización de 3.000 euros a una de las jóvenes por daños morales.

Esta sentencia de condena de cárcel para este agente fue recurrida en casación en 2015 ante la Sala de lo Penal del Supremo, que aceptó parcialmente dicho recurso y le redujo la pena: lo condenó como autor criminalmente responsable de dos delitos de abuso sexual a sendas penas de dos años y diez meses de prisión y un año de prisión respectivamente y le impuso la prohibición de comunicación y aproximación y libertad vigilada así como a la reparación civil y de pago de costas.

El agente recurrió la resolución de la ministra de Defensa que había desestimado su recurso de reposición de 2016 que le supuso la expulsión del Cuerpo y ahora el Supremo confirma dicha decisión. Este guardia civil contaba con antecedentes penales pero cancelados.

Los hechos ocurrieron en febrero de 2012 cuando este condenado, que entonces tenía 39 años, estaba en compañía de otro hombre en un bar de Santa Cruz y se encontró con dos jóvenes de entre 16 y 17 años en compañía de otro hombre.

Este guardia se dirigió a una ellas y le dijo frases como: "Me gustas desde pequeña y ahora que no está tu padre lo puedo hacer"; o "Me gustaría llevarte a mi casa y follarte", mientras le tocaba los glúteos.

Tras mucha insistencia logró llevarlas junto con el otro hombre a cenar a Sada, y durante la comida le tocó piernas y pechos a una de chicas mientras la joven se apartaba y se oponía. A la otra también le hizo tocamientos en el culo y en los genitales hasta que ésta empezó a llorar.

El condenado las amenazó con no pagar la factura de la cena si se oponían a sus tocamientos y con dejarlas tiradas en Sada, sin medios para volver a sus hogares (vivían una en Oleiros y otra en A Coruña). Regresaron a Santa Cruz y allí dejó al hombre con el que estaba en el bar y a una de las chicas, mientras insistió en llevar a A Coruña a la otra, con el hombre que las acompañaba en el asiento de detrás.

Los hechos denunciados por las menores fueron considerados con "verosimilitud" porque uno de los dos hombres que estaba con el grupo lo ratificó y lo respaldó la otra víctima, aunque ella no denunció.