"Yo tenía tres hijos y una hija y siempre le mandaba a la niña lavar los platos, poner la mesa... Hasta que un día ella me dijo hasta aquí. Y fue una maravilla que aquel día mi hija se rebotara, me enseñó a mí. Y ahora los nietos todos, niños y niñas, hacen lo mismo. Y uno de mis hijos, que tiene la custodia compartida, hace las mismas cosas que una mujer, hace la comida, limpia... Y me dijo un día: gracias mamá por enseñarme. Hay que enseñarles de pequeños, muchas veces somos nosotras mismas las que favorecemos la desigualdad". No se puede explicar mejor cómo educar en igualdad que la historia que ha contado Esperanza Freire, una de la docena de mujeres oleirenses que los jueves se reúnen en la Casa do Pobo de Nós porque se conocieron al participar en las distintas actividades de fortalecimiento femenino que organiza el Concello y tras superar sus duras experiencias quisieron contar con un espacio solo para ellas, para trabajar juntas en su realización personal.

Situaciones de maltrato, intentos de suicidio, divorcios traumáticos, el duro trabajo de ser cuidador, una grave enfermedad... Son algunas de las situaciones que han vivido o viven muchas de las mujeres que acuden a los obradoiros de fortalecimiento emocional y físico que organiza el departamento de Servizos Sociais del Concello de Oleiros. Y este grupo de Nós, creado de forma espontánea por ellas mismas, tras convertirse en las dueñas de su propia vida, nos relatan, con frases que te golpean el corazón, cómo les cambió la vida. Todas hablan maravillas de Servicios Sociales, de las educadoras, psicólogas. Nombres como Mita o Juan no dejan de ser repetidos con cariño.

"Fui a Servicios Sociales porque mi mente estaba muerta. Empecé con el obradoiro de cuerpo y ni hablaba pero después me fui soltando. Luego empecé en el curso para personas cuidadoras y me ayudó a hacer muchas amigas del alma. Empecé a recordar quién era yo. Ahora soy otra, sé que no me gusta que me manden, tomé las riendas de mi vida. Lo más importante para mí fue volver a salir de casa, volver a conducir, que no podía, hablar con la gente, pero lo mejor de todo fue la gente que encontré, generosa, que te ayuda a levantarte. Hay que llegar a las personas que están muertas en casa, muertas en vida", relata Pilar Longueira, que conoce lo que es el maltrato psicológico.

La transformación de Pilar fue tan espectacular que fue el motivo que llevó a Ana María Álvarez a apuntarse a uno de los obradoiros del Concello. "En A Fábrica proyectaron un vídeo que hicieron los del curso y me fijé en Pilar, no la conocía pero me impactó tanto ver su cara al principio, con esa mirada tan triste, y después, al final del vídeo, llena de esperanza, de alegría... Yo me separé, fue traumático. Cuando empecé en las sesiones no abría la boca. Y Pilar, que ya coincidí con ella, cada dos por tres me daba un abrazo. Me ayudó muchísimo, ella y todas, y ahora somos amigas no de tomar el café sino amigas del corazón. En este grupo que creamos podemos comunicarnos en la intimidad, sin máscaras y por lo tanto estamos más vulnerables pero somos nosotras", cuenta Ana María.

Teresa Guerra, educadora en el Concello y agente de Igualdad, que hoy ha visitado al grupo, destaca que "la tercera sesión es la decisiva". Y así lo confirma la historia de Esperanza Freire. "Yo cuando empecé en el obradoiro, durante las dos primeras sesiones me caían las lágrimas. Pero en la tercera ya empecé a hablar como una loca, eché todo fuera. Yo era cuidadora, de mi suegra por la mañana y de mi nieta por la tarde. Pensaba que mi problema era mío solo, que a los demás no les importaba", indica Esperanza. Sobre Fina Regueiro todas destacan que su transformación interior se reflejó también en el exterior. "Cuando la conocimos parecía que tenía veinte años más y vestía siempre ropa oscura, su expresión cerrada... Ahora viste ropa de colores claros, tiene una expresión alegre", cuenta la educadora Teresa.

"Yo la vi en una foto de antes y no la reconocí", apunta otra de las integrantes de este grupo de mujeres poderosas, Vanessa Bermúndez. Y la propia Fina lo explica. "Es que no compraba ni ropa, todo para mi hija, tras quedar viuda, no gastaba en nada. Yo cuidaba de mi madre y estaba que no veía mundo, estaba por estar, todo me molestaba. Me metí en los cursos y fue fabuloso. No tenía amigos y ahora tengo un montón. Estas clases me ayudaron a no depender de nadie, a hacer lo que me da la gana, que nadie me diga lo que tengo que hacer. Y me encanta haber hecho tan buenas compañeras, siempre estamos en contacto". Estas mujeres valientes se reúnen y hablan de cosas que les han pasado, se escuchan y sobre todo nunca se juzgan.

"Yo nací con una enfermedad hepática, hereditaria, que me producía encefalopatías. Hace un año y un mes que me trasplantaron. Tuve que dejar de trabajar y para mí eso fue entrar en declive. Es muy duro verte que con 46-48 años no puedes hacer nada. Me encerraba en mi casa, siempre estaba cansada. Empecé en uno de los cursos por una amiga. Ahora tengo una vida normal. Estas actividades me sirven para estar bien. Me descubrieron un montón de cosas que no sabía que existían. Ahora estoy en contacto con la gente, estoy acompañada", relata Marisol Cancio.

El ejercicio de dejarte caer hacia atrás confiando en que el de atrás de cogerá, los masajes con manoplas, los abrazos... son algunas de las cosas que trabajan en los talleres municipales, además de escribir sus sentimientos, realizar ejercicio, aprender a respirar y relajarse, y mucho mindfulness.

"Yo acudí al Concello a orientarme porque tuve que hacerme cargo de una hermana e hice el curso de cuidadores. También tenía que cuidar de una nieta. Me encantó conocer a toda esta gente, te sientes acompañado aunque estés sola porque sabes que cuentas con ellas, que las llamas o le mandas un mensaje y ya está", afirma Remedios García. "Yo estuve cuidando de mi abuela diez años. Al ir al Concello por la revisión de la dependencia la asistente social me dijo que fuera al obradoiro de cuerpo y empecé a ver que había más vida. Me encontré con mucha gente muy buena. Estoy muy a gusto. No solo hacemos ejercicio, es el ambiente que tenemos. Sales con las pilas cargadas", expresa Vanessa Bermúdez.

"Con estos obradoiros te sacan lo que tienes dentro, a tu ritmo, y nadie te juzga", añade Vanessa. "Estos talleres te dan las herramientas para que tú puedas gestionar las cosas de la vida diaria sin que te trastorne tanto, te ayudan a hacerte más fuerte, más independiente, más crítica, más auténtica. Si hubiera que pagar por estos cursos costaría mucho dinero de Dios", asegura Ana.

En esta sesión también hay lugar para hablar de la situación actual de la mujer. "Hay que empezar en el colegio, la educación actual está obsoleta, tenían que meter como asignatura algunas de las actividades que hacemos nosotras, integrarlas desde los más pequeños", destaca Ana María. "Yo tengo una amiga que es médico y su marido no trabaja y él no le deja ni ver la libreta, no sabe el dinero que tiene en el banco", cuenta Pilar.

"Pues yo tengo amigas que renunciaron a ser jefas para tener a los hijos", dice Marisol. Más de cien años celebrando el Día de la Mujer y aún quedan tantas luchas.