El inicio de los trámites para declarar Bien de Interés Cultural de La Terraza de Sada y El Pasatiempo de Betanzos permitirá a blindar al fin dos de los elementos modernistas más singulares que conserva la comarca. El proceso administrativo que acaba de iniciar la Xunta pone fin a cuatro décadas de espera que han puesto en peligro la conservación de ambos monumentos. El primer intento de otorgar esta distinción a La Terraza data de 1975; y el primer expediente para declarar BIC El Pasatiempo se remonta a 1981.

Estas cuatro décadas de espera dejaron a los dos bienes culturales desamparados frente a la presión urbanística, sin ningún escudo contra infraestructuras y equipamientos que se diseñaron sin que las Administraciones tuviesen en cuenta su valía.

Los técnicos autonómicos destacan en la resolución para declarar BIC El Pasatiempo que el urbanismo desarrollado durante las décadas centrales del siglo XX provocó pérdidas irreparables en este parque enciclopédico, que fue "alterado y deturpado" por "multitud de construcciones que provocaron un profundo impacto al no integrarse ni valorar las estructuras y organización previa del parque".

Fruto de este urbanismo desapareció el jardín histórico ubicado en la parte baja, por formada por jardines geométricos y temáticos, un bosque ocupado parcialmente por un zoo, una zona de estanques y fuentes y del que solamente se conservan la estatua de la Caridad y la fuente de las Cuatro Estaciones.

Los técnicos apuntan ahora como "potenciales amenazas "para la conservación del parque "el tráfico de la avenida Fraga Iribarne". Un punto en el que incide también la Asociación de Amigos del Pasatiempo, que ha presentado alegaciones a la declaración BIC para que se analicen soluciones que permitan eliminar el tráfico de la avenida en el tramo del parque y evaluar opciones que permitan unir la zona histórica y la nueva . Las alegaciones van en la misma línea de las presentadas por el BNG.

El tráfico es también el talón de Aquiles de La Terraza de Sada. Este kiosko modernista diseñado en 1912 por Antonio López se trasladó a Sada en la década de los veinte. Para su ubicación se eligió un enclave céntrico y a la par tranquilo, en la estación del tranvía. La desaparición de este medio de transporte en 1956 y el progresivo incremento del tráfico hizo que "el frente del edificio fuese poco a poco devorado por las ampliaciones del viario", destaca el arquitecto José Ramón Soraluce.

Este catedrático, autor de varios artículos sobre La Terraza, defiende también la conveniencia de evaluar medidas que permitan reducir el tráfico y ennoblecer el entorno del edificio modernista. Su recomendación va en la línea de la de los propietarios, que apelan a la circulación como el principal riesgo.