La coherencia de los rectores de las tres universidades gallegas al suscribir en Vigo un convenio de colaboración que da paso a la candidatura conjunta para concurrir a la convocatoria de Campus de Excelencia Internacional en el marco del proyecto Campus del Mar hace confiar en que, el próximo mes de junio, Galicia disponga de tal reconocimiento para la universidad viguesa.

Coherencia porque, a diferencia de otros planteamientos más locales, se han obviado los localismos y se traslada al Ministerio de Educación el poder de decisión en la primera selección del proyecto. Coherencia, también, porque la propuesta compartida, tal y como destacó Alberto Gago, rector de la Universidad de Vigo, busca acuerdos y pone en marcha la investigación y el desarrollo al menos por veinte años.

Es un paso adelante, en esa coherencia, para evitar desgastes provenientes de conceptos trasnochados de luchas intestinas en una Galicia que, con tres universidades y cada una de estas con su idiosincrasia particular, saben que en la unión está la fuerza y que ya no se puede volver al tour de force constante en los años precedentes. Porque una cosa es competir y otra muy distinta, atacar para dividir y destruir. Costó demasiado trabajo, demasiado esfuerzo, lograr las tres universidades y los seis campus que hoy vertebran una Galicia que apuesta claramente por el Campus del Mar en una ciudad, Vigo, que lo tiene todo para responder al reto de la designación de Campus de Excelencia Internacional. Gana Vigo y gana Galicia.

Hay que felicitarse por el paso dado por los tres rectores que, cual mosqueteros del más alto nivel académico, han de conducir ahora ese apoyo conjunto -que cuenta también con el de la sociedad gallega- que debe dar sus frutos en el plazo de un mes. Crucemos los dedos, aunque el gesto no sea puramente gallego, para entrar en la virtualidad de la excelencia internacional con el Campus del Mar como objetivo.