Se presenta como un "cambio radical" en el envasado de semiconservas de anchoa, que tradicionalmente llegaban al mercado en latas de hojalata y que ahora se presentan en un tripack de plástico, lo que se traduce en una sensible reducción de costes -entre 22 y 23 céntimos por envase o unos 3 millones al año- sin que se produzca merma de la calidad ni seguridad alimentaria. Esta innovación lleva la firma de la conservera castellonense Francisco Gil Comes, en colaboración con su principal cliente, Mercadona, que transmite "una constante necesidad de mejora", así como la voluntad de reducir costes "sin que se vea afectada la calidad".

La iniciativa arrancó hace dos años y debido a varias circunstancias. Entre ellas, el "aumento desorbitado del precio del acero: vimos la posibilidad de hacer esto y se hicieron las primeras pruebas, el público reaccionó bien y poco a poco se hizo el cambio". Es lo que explica Roberto Forner, jefe de Compras y Logística de la empresa, con plantas en Vinaros (Castellón), para la fabricación de sardinillas, Larache (Marruecos) para envasado de anchoa y Mar del Plata (Argentina), dedicada a la producción de salazón de anchoa.

La apuesta comercial se resume en un pack triple de envases de plástico unidos entre sí y precortados para facilitar su separación y termosellados con un film superior plástico. "Imita el formato del octavillo tradicional de unos 50 gramos y lo desarrolló la propia Francisco Gil Comes, que ya envasaba en plástico, sobre todo boquerones, pero en formatos más grandes. "Esos envases de plástico grandes no tenían barrera protectora al oxígeno pero soportaban esa deficiencia porque eran muy gruesos. Ahora, con estos envases tan pequeños hemos tenido que ir a otro tipo de materiales, que tengan protección. Llevan una capa intermedia, es decir, son multicapa, donde la del medio es evoh, que es un material plástico cuyas características ofrecen una nueva permeabilidad", señala Forner.

En cuanto a la estabilidad del producto, es similar. "A las latas de hojalata le poníamos caducidad de un año y en las de plástico ponemos seis meses aunque hemos hecho pruebas de estabilidad y duran exactamente lo mismo", explica el portavoz de la conservera, quien detalla también, entre otras ventajas, mayores facilidades de reciclado y de transporte de los envases vacíos al ser de forma cónica, lo que permite su apilamiento. "Mientras antes transportábamos 500.000 envases vacíos en un camión, ahora transportamos 3 millones", explica Forner, quien también detalla la rebaja del precio del envase. "Una lata de hojalata es más cara que el pack de tres de plástico y esa rebaja de transmitió directamente en el cliente por lo que la aceptación en el mercado fue excelente", como demuestra que "las ventas aumentaron un 50%".

Las cifras parecen confirmar el éxito de la iniciativa: el año pasado la conservera hizo para Mercadona 11 millones de tripacks de plástico de anchoa y los datos de estos dos primeros meses de 2012 ya muestran un crecimiento del 15%.