Los piratas somalíes han dado seis meses de respiro a la flota atunera española, compuesta por una veintena de pesqueros con base en España o de capital español en los que trabajan alrededor de un centenar de marineros gallegos. Desde el pasado mes de febrero ningún atunero español sufrió intentos de abordaje por parte de los asaltantes que operan en el océano Índico. El último que pasó por esta situación fue el buque vasco Erroxape, que el pasado 3 de febrero logró escapar de los piratas somalíes gracias a las malas condiciones meteorológicas que reinaban en la zona. En esa ocasión no fue necesaria la intervención de los agentes armados que lleva a bordo puesto que los asaltantes no llegaron a acercarse al buque de forma peligrosa.

Precisamente, fuentes del sector pesquero explican que el hecho de que la flota española lleve embarcados vigilantes de seguridad es lo que ha provocado el descenso de los intentos de abordaje en los últimos meses. Mientras que en 2009 y 2010 se producían varios ataques o avistamientos de embarcaciones sospechosas al mes, en el último año apenas se han registrado incidentes. "Las bandas piratas están bien informadas y saben que los buques europeos llevamos personal armado a bordo, por lo que buscan objetivos más fáciles. Sin embargo, con los aparejos largados seguimos siendo vulnerables", explica un representante de la flota atunera española.

Los secuestros perpetrados por los asaltantes somalíes han descendido considerablemente en los últimos meses pero ello ha provocado, según el sector y distintos organismos internacionales, que su violencia en los ataques haya aumentado y que la presión para lograr el cobro de un rescate -de cantidades muy superiores a las de hace unos años- sea mucho mayor. "Sigue habiendo secuestros, algunos de ellos con bajas entre las tripulaciones, datos que se deberían recordar con más frecuencia porque es un problema que sigue ahí", destacan los armadores. Hasta finales de agosto la Oficina Marítima Internacional había contabilizado 210 ataques piratas en todo el mundo, 70 en Somalia, con el resultado de 23 secuestros, 13 perpetrados por asaltantes somalíes. De esos 13 buques capturados por las bandas de este país del cuerno de África, 11 continúan retenidos, con 188 tripulantes como rehenes.

Protocolos de seguridad

La flota, pese a la tranquilidad de los últimos meses, continúa cumpliendo con los protocolos de seguridad "a rajatabla" porque entiende que los piratas pueden volver a atacar en cualquier momento. "Seguimos como hasta ahora, con los mismos vigilantes y la misma alerta para evitar riesgos innecesarios", explican desde el sector pesquero español.

Precisamente, los armadores continúan financiando el embarque de cuatro agentes de seguridad por buque pese a que el Gobierno retiró este año las ayudas que daba a las empresas para el pago del 25% de los gastos. Mientras, las autonomías en que tienen base los atuneros -País Vasco y Galicia- pagaban otro 25%. El Ejecutivo vasco ya anunció que este año seguirá financiando la seguridad privada mientras que el gallego no se ha pronunciado. De hecho, según ha podido saber este diario de fuentes del sector, la Consellería do Mar aún no ha abonado la ayuda del 25% de 2011 al único buque atunero español registrado en Galicia. La empresa armadora de la embarcación, por su parte, prefirió no hacer comentarios sobre este asunto.

Este mes y el próximo son los más críticos para la flota atunera y para el resto de buques que navegan por aguas del Índico porque es la época entre monzones, en la que las buenas condiciones meteorológicas y marítimas facilitan la labor de los piratas somalíes. Apenas encuentran obstáculos en la navegación y logran alcanzar con mayor facilidad sus objetivos.

Al margen de la vigilancia armada a bordo, las misiones navales internacionales contra la piratería favorecen que haya una mayor seguridad en el Índico. A los efectivos de la misión europea Atalanta se suman los de la OTAN y los de la Fuerza Combinada 151.

Precisamente, estos organismos recordaron recientemente a la flota que transita por la costa este de África que no se confíe ante el descenso de los ataques piratas de los últimos meses y mantenga la guardia por un posible repunte de los intentos de abordaje tras el fin de los monzones.