"Lo que pescamos no son toneladas, es dinero". Así de claro se muestra el secretario general de Pesca -dependiente del Ministerio de Agricultura-, Carlos Domínguez, quien avanza que su departamento está trabajando en un nuevo decreto de primera venta para mejorar la comercialización de los productos del mar en las lonjas españolas y, con ello, aumentar su rentabilidad.

-¿Con qué previsiones trabaja su departamento este año?

-Nuestra intención es consolidar lo que hemos hecho en estos dos primeros años de legislatura y que supuso importantes avances, especialmente para la flota del Cantábrico. Queremos, por ejemplo, asentar los repartos de cuotas para las distintas artes, proceder a los repartos individuales para el cerco y por provincias para las artes menores. Queremos aprovechar también que después de estos dos años de trabajo empiezan a verse frutos en materia de subida de cuotas. De ahí que nuestras expectativas sean que el sector tenga un año más rentable y un año de tranquilidad económica gracias a la subida de cupos, que se apreciará especialmente en la merluza y la xarda.

-¿Tiene el Ministerio la intención de desarrollar un sistema de transferencias de cuotas entre armadores?

-Depende de las flotas. En el caso de flota de arrastre del litoral, el Ministerio considera que existen demasiados barcos, de acuerdo a las cuotas que previsiblemente tendrá España. En el Cantábrico noroeste hay alrededor de cien arrastreros y creo que deberíamos reducir esta cifra incluso para cuando estemos al máximo de cuota para la merluza u otras especies. Para esta flota en concreto sí hemos establecido un sistema de cuotas transferibles; es decir, que se la pueden vender entre unos barcos y otros. Esto supone también que si hay algún barco que se retira de la actividad, puede vender su cuota a otros. Para otras flotas no consideramos oportuno que la cuota sea transferible o que se pueda vender, especialmente para la flota de bajura o artesanal.

-¿Por qué?

-Cuando hacemos cuotas individuales lo único que pretendemos es que cada barco sepa de cuánto va a disponer durante el año para que pueda planificar su actividad, que no tenga que salir a pescar la caballa cuando se abre la pesquería sino cuando esté más cerca de su puerto o que no la tenga que vender al mismo comprador y a la vez que los demás sino cuando el precio le resulte más interesante. Y lo mismo para las artes menores.

-Dice que sobran barcos, ¿pero qué plantea para reducir la flota?

-La Secretaría de Pesca no tiene una política de desguace, eso es una decisión que toman los armadores cuando lo consideran oportuno. Nosotros nos limitamos a poner a disposición de los armadores ayudas en el caso de que deseen cesar, pero no obligamos a nadie. Por otro lado, los planes de desguace los decide cada comunidad autónoma. Desde la Secretaría de Pesca pensamos que la flota de arrastre mejoraría si fuera menor en cuanto a número.

-¿Está de acuerdo con la reforma de la Política Pesquera Común?

-Estamos satisfechos con la reforma en general, en su conjunto. Creemos que hay cosas buenas para España. El hecho de que el objetivo de la gestión de los recursos sea el rendimiento máximo sostenible coincide con nuestra política: nosotros no queremos tener cuotas muy altas un año para que al año siguiente nos digan que el caladero está mal y hay que reducir. Sí queremos que ese rendimiento máximo sostenible se vaya consiguiendo poco a poco, hasta 2020.

-¿Y el tema de los descartes?

-El Gobierno también está de acuerdo con la reducción de los descartes. Lo que creemos que habrá que mirar muy bien ahora es que la reducción de dichos descartes no genere dificultades a la flota. De ahí que nos parezcan bien todos los mecanismos de flexibilidad que se han introducido y que van a permitir, por ejemplo, que un barco de bajura que captura xarda cuando ya la cuota se ha terminado pueda desembarcarla gracias a esa obligación de desembarcar todo lo que se captura.

-Pero...

-Creemos que la comisaria ha sido cobarde porque habiendo identificado el problema de los descartes como uno de los que quiere resolver, no ha hecho lo que tenía que hacer, que es gestionar por esfuerzo, por días de pesca y por número de barcos en el caladero. Al contrario, la comisaria sigue empeñada en la estabilidad relativa que crea precisamente el problema de los descartes.

-La flota ha criticado mucho el celo inspector mostrado y la dureza de las sanciones. ¿Qué tiene que decir su departamento al respecto?

-Una cosa muy clara: el principal problema que tiene la xarda se llama multas por sobrepesca en los años 2009 y 2010. Ahora debemos hacer frente a una sanción por la que todos los años España pierde 10.000 toneladas de caballa que ya le gustaría a Galicia disponer de ellas. Solo nos queda un año más, el 2015, y a partir de entonces esa multa descenderá. Nuestra obligación es que España cumpla con las cuotas que tiene para las distintas especies. Los inspectores están para hacer cumplir las normas de pesca, y porque cumplan con su deber no se les puede achacar nada. De cualquier forma, el sector está viendo que cuando las cosas se hacen bien hay buenos resultados. Sin una buena inspección, y el sector lo sabe, no habríamos tenido este año un aumento del 50% del cupo de merluza.

-Otra crítica del sector es la falta de control de las importaciones de pescado con el perjuicio que entraña en forma de caída de precios. ¿Acaso hay una dejadez de funciones del Gobierno en esta materia?

-Nosotros aplicamos los controles necesarios para evitar que entre en España pesca ilegal. Y en esto somos líderes. El problema no es tanto de producto ilegal como de precio. Por eso para nosotros es tan importante que no se venda todo el producto en el mercado a la vez. Si la gente planifica su actividad a lo largo del año podrá obtener un mejor precio por el mismo producto. En el último trimestre de 2013 la merluza alcanzó en lonja precios desconocidos. Esto es fruto del control que hacemos sobre las importaciones y de una mejor gestión de la venta.

-¿Por qué el precio del pescado en primera venta apenas ha sufrido incrementos en décadas?

-Mejor que por qué, deberíamos preguntarnos qué podemos hacer para que no sea así. La primera medida que hay que hacer es acabar y combatir cualquier circuito de venta informal que exista alimentado por venta también informal y capturas no declaradas. En segundo lugar, hay que intentar que la oferta de pescado esté distribuida a lo largo de todo el año de forma que el armador pueda seleccionar cuándo vender porque hay más demanda y un precio mejor: vacaciones de verano, Semana Santa, navidades... Si todos tienen que salir a la vez y vender a la vez, el precio del pescado cae. Nosotros estamos trabajando en estas dos líneas y en el nuevo decreto de primera venta para mejorar los canales de comercialización. Con esto la gente pescará más o menos, pero tendrá más rendimiento. Lo que pescamos no son toneladas, es dinero; y lo que quieren los pescadores son euros en vez de kilos en la lonja.