La flota espadera gallega prosigue con su mala racha. Tras llevar un año con los precios del pez espada por los suelos -no pasa de los cuatro euros, muy por debajo de lo habitual, que ronda los seis-, ahora los armadores ven cómo el precio de la aleta no supera los cinco euros. Además, después de tener que acatar la norma del finning o cercenamiento -que obliga a separar esta parte del tronco de la captura en puerto en lugar de permitir hacerlo en el propio barco-, los palangreros sufren unos costes en la descarga que en ocasiones alcanzan un aumento del 30%.

Las aletas, cuyo precio medio solía estar en torno a los 12 euros, llegando incluso a alcanzar los 14 o 15 euros, se estanca ahora en cinco euros. "Teníamos la esperanza de que con el tema del finning los precios subiesen un poco, pero paradójicamente descendieron mucho", explica la gerente de Espaderos Guardeses, Conchi Ortega, que recuerda que cumplen "con el reglamento" y que, sin embargo, el mercado les "castiga".

Ortega, que ya denunció la "insostenible" situación del palangre tras la bajada de precios en el pez espada y tras una mala campaña navideña, señala que los armadores se quejan continuamente por las descargas y los costes que estas suponen. "Antes tardaban en descargar tan solo unas horas, pero ahora necesitan al menos dos días para poder sacar la carga del buque", indica.

La gerente de Espaderos Guardeses concreta que este coste adicional "es inasumible" en un "contexto de reducción de costes por la cada de precios del pescado en primera venta" y que es "injusto e inexplicable que el mercado castigue a la flota que tiene un reglamento de prohibición del finning comprando aletas a tan solo cinco euros".

Javier Castro, patrón del buque O Galopín, transmite el sentir de toda la flota y destaca principalmente dos problemas. El primero tiene que ver con los precios, el más importante. El segundo, el cercenamiento de las aletas y los problemas de espacio y gastos que generan.

"Llegamos a puerto con la bodega a rebosar. El problema no es que no pesquemos. El problema es que no controlamos los gastos que tenemos y que los precios de las capturas cada vez van a menos", concreta el patrón. Así, si antes tenían que gastar entre 7.000 y 8.000 euros en cada descarga, ahora tienen ante sí unos gastos un 30% superiores, alcanzando de esta forma los 11.000 euros.

"La norma del cercenamiento fue la puntilla para el sector. Agravó mucho una situación que ya de por sí era difícil", indica Castro en referencia a la lista interminable de gastos a los que tienen que hacer frente. "Estos barcos hacen desplazamientos muy largos y el precio del combustible es muy alto. Además, el arte de por sí hace que tengas que recorrer más millas para pescar", explica.

El patrón de O Galopín también destaca el aumento en el precio de los cebos. "Utilizamos, principalmente, la pota argentina y la xarda. Y con el tema de las cuotas, el cebo de xarda se encareció", sentencia.