La Comisión de Investigación de Accidentes e Incidentes Marítimos, dependiente del Ministerio de Fomento, ya ha abierto expediente administrativo sobre el naufragio del arrastrero portugués Santa Ana en aguas próximas al cabo Peñas el pasado 10 de marzo. Así consta, al menos, en la página web de este organismo, que es el que tiene el cometido de recopilar pruebas, tomar declaraciones, someter los hechos probados al análisis de los expertos y determinar las causas del accidente con vistas a aconsejar a las autoridades competentes la adopción de medidas que redunden en una mayor seguridad de la navegación por la costa española.

El trabajo de la comisión, a tenor de otros siniestros investigados con anterioridad puede demorarse meses o años, todo dependerá de la complejidad de la investigación, que en el caso del Santa Ana se presume grande. Pese al carácter preliminar de los trabajos, la comisión de investigación ya ha determinado que el hundimiento del Santa Ana originó un episodio contaminante en las inmediaciones del lugar del accidente (un área marina de especial interés pesquero por la presencia de percebes, crustáceos y una variada fauna pesquera) y atribuye la causa del naufragio al embarrancamiento de la nave. Esta contaminación está relacionada fundamentalmente con el vertido de hidrocarburos (gasóleo y aceites), un fenómeno que era apreciable al olfato hasta hace unos días a una milla de distancia del punto de naufragio.

Precisamente, el impacto ambiental de la contaminación derivada del hundimiento del Santa Ana constituye una preocupación para los perceberos adscritos a la zona de explotación de Peñas.

Vecinos, familiares, amigos y compañeros del joven Marcos del Agua -la única víctima asturiana del Santa Ana- rindieron ayer una sentida despedida en la iglesia parroquial de San Bartolome, en Baiña (Mieres). Fueron cientos las personas que acudieron al funeral para arropar a sus padres y a su hermana. Los restos mortales del joven llegaron desde el tanatorio de El Salvador, en Oviedo, acompañados por los familiares más cercanos. También llegó un coche más, cargado de numerosas coronas de flores donde se apreciaban los pésames de entidades y grupos de natación. Hasta el alcalde de Oviedo, Agustín Iglesias Caunedo, firmaba una de estas coronas que fueron depositadas más tarde en el cementerio.

Fueron tantas las personas que acudieron hasta el pueblo para darle un último adiós a Marcos del Agua que la iglesia parroquial se quedó pequeña, con lo que muchos optaron por esperar en la calle. Eso a pesar de que la lluvia hizo acto de presencia de forma intermitente durante todo el funeral. Entre las personas que se acercaron a Baiña se encontraban numerosos amigos y compañeros del fallecido.

En el interior del templo, el párroco tuvo palabras de apoyo hacia la familia de Marcos del Agua, y un recuerdo para las familias de los marineros del Santa Ana que aún no han sido rescatados. El funeral acabó con un enorme aplauso en reconocimiento de este joven. Más tarde, sus restos mortales fueron trasladados hasta el tanatorio de El Salvador, donde fueron incinerados.