Viento, corrientes y mar de fondo jugaron ayer en contra de los equipos de rescate desplazados a la zona del hundimiento del arrastrero gallego Mar de Marín, que se hundió en la madrugada del martes al sur de las islas Cíes tras chocar con el mercante Baltic Breeze. Rachas de entre 10 y 14 nudos (de 18 a 27 kilómetros por hora) y olas de hasta tres metros impidieron la utilización de la campana húmeda en que estaba previsto que los submarinistas de Salvamento Marítimo descendiesen hasta el pecio para inspeccionar su interior en busca de los dos marineros desaparecidos.

Casi diez horas de trabajo en la zona del hundimiento, a 1,4 millas (2,2 kilómetros) al sur de las islas Cíes, y escaso resultado. A pesar de las malas condiciones marítimas, el remolcador Don Inda sí pudo bajar el robot ROV Comanche (Vehículo Operado por control Remoto) y tomar las primeras imágenes a 56 metros de profundidad. El barco, al contrario de lo que se creía inicialmente, está adrizado, no está escorado sobre su costado sino que se halla en posición vertical sobre el lecho marino, lo que facilitará las tareas en los próximos días para acceder a su interior. Tras varias inmersiones, el robot logró grabar el pecio y comprobar que los aparejos de pesca envuelven parte del casco. En cualquier caso, la escasa visibilidad, de apenas unos metros, dificultó la inspección e impidió avances en el operativo.

A media tarde, cuando quedó descartada la utilización de la cámara de oxígeno que transportaba el remolcador Sar Gavia, un grupo de seis buzos inició una inmersión que tan solo duró veinte minutos. Cuatro submarinistas del Grupo de Actividades Subacuáticas (GEAS) de la Guardia Civil y dos de Salvamento Marítimo se lanzaron al agua desde una embarcación semirrígida del instituto armado. "Las fuertes corrientes y la escasa visibilidad han impedido que realizaran la inspección del pecio. El buque Sar Gavia ha servido de plataforma para estas operaciones", señaló Salvamento Marítimo en un comunicado.

El dispositivo de búsqueda comenzó a primera hora de la mañana con cuatro embarcaciones desplegadas entre el islote de Agoeiro y las islas Estelas. La zona del naufragio, a escasos metros del peligroso bajo de la Negra, había sido marcada con balizas el día anterior, de forma que los equipos de trabajo tenían siempre una referencia sobre su posición. Los remolcadores Sar Gavia y Don Inda, la patrullera de la Guardia Civil Corvo Mariño, apoyada por una neumática para el desplazamiento de los submarinistas, y la Salvamar Mirach ocuparon el cuadrante ubicado en el extremo del canal de entrada de la boca sur de la ría de Vigo. Durante toda la jornada también participaron en la búsqueda por aire los helicópteros Helimer Galicia y Pesca 1. Ambos realizaron un intenso rastreo en cabo Silleiro y en la isla de San Martiño, así como en toda la franja comprendida en la boca sur de la ría.

Las condiciones del mar a mediodía habían mejorado considerablemente respecto a jornadas anteriores. La visibilidad era buena y los chubascos fueron disminuyendo a medida que pasaban las horas, pero el mar no dio tregua durante todo el día. Con olas de dos y tres metros de altura que hacían cabecear al barco de Salvamento, se redujeron las posibilidades de poner en marcha la operación de descenso de la campana húmeda. La delicada maniobra requiere mar en calma y poco viento para evitar que el artefacto se balancee al bajar al agua, pero también influyen las corrientes en el momento en el que se sumerge y desciende hasta el fondo marino. Descartada su utilización, las labores se limitaron al ROV y a una breve inmersión, por lo que a las seis en punto de la tarde el dispositivo se canceló y todas las embarcaciones regresaron al puerto de Vigo.

El problema para los equipos de rescate es que las previsiones para este viernes son aún peores. Hoy por la mañana se reanudarán los trabajos en el lugar del hundimiento, aunque es poco probable que haya una inmersión exitosa. El parte meteorológico apunta a que el viento será más fuerte y la altura de las olas aumentará considerablemente.