1.379 no es número cualquiera. Era, hasta la madrugada del pasado lunes al martes, el de los accidentes registrados documentalmente por buques de todo tipo en las costas de Galicia, según la información recogida por el investigador Rafael Lema Mouzo, autor del más completo catálogo de naufragios en el litoral gallego. Desgraciadamente, el Mar de Marín ha elevado el balance en una cifra que esconde una tragedia humana más: tres muertos, dos desaparecidos, cinco familias destrozadas y cinco supervivientes que no olvidarán jamás.

¿La conclusión? Según Lema, y salvo que en otro litoral alguien se ocupe de realizar un trabajo semejante, la costa gallega "es, documentalmente, la de mayor número de naufragios y, por lo tanto, la más peligrosa del mundo". Y, de todo el litoral gallego, A Costa da Morte, con 643 accidentes mortales, tiene más que merecido su nombre.

Los resultados de la investigación de Rafael Lema, actualizados hasta el pasado mes de enero, arrancan en el año 585 con el naufragio de la flota del rey Franco Gontrán, del que no existe dato alguno sobre el número de víctimas. Transcurriría la friolera de más mil años para encontrar el que fue el naufragio con mayor número de víctimas de toda la historia de la costa gallega. Sucedió la noche 28 de octubre de 1596. Treinta de los buques que constituían la histórica Flota Padilla, compuesta por embarcaciones de varias naciones europeas, fueron sorprendidos por un violentísimo temporal a la altura de la ría de Corcubión: 1.706 muertos es el bagaje que se maneja en los archivos del Museo Naval de Madrid.

Es comprensible que en los archivos más antiguos que se conservan en España, la inmensa mayoría de los accidentes marítimos que figuran estén relacionados únicamente con buques de guerra. También se comprende que, a la hora de sumar víctimas, las de los barcos comerciales, escogidos uno a uno, fueren mercantes o de pasaje, encabecen las listas de muertos y/o desaparecidos. Sin embargo, no es menos verdad que, en términos absolutos, sea el sector pesquero el que lidere este macabro ranking. A pesar de ello, y si tomamos como referencia los últimos sesenta años, también nos encontramos con que fueron precisamente dos buques de pesca, el Ave del Mar y el Marbel , los que produjeron el mayor número de fallecidos, 26 y 27, respectivamente, seguidos, eso sí, por las 25 víctimas mortales (todas del buque español) de la colisión entre los petroleros Bonifaz (España) y Fabiola (Francia) y de las 21 del hundimiento del incendiado mercante Casón de bandera panameña. En el caso de los petroleros la causa se atribuyó a la niebla y, en el del mercante, al temporal.

¿Qué le ocurrió al Ave del Mar? Francisco Díaz Guerrero, autor del libro Naufraxios na ría de Vigo (Xerais), nos lo cuenta: "El Ave del Mar zarpaba por última vez en la mañana del viernes, día 9 de noviembre de 1956, como siempre a pescar sardina en las afueras de Cíes (...) De regreso de una agotadora jornada, en la madrugada del sábado, día 10, a la altura de punta Galera, el imponente mar de fondo de una noche de fuertes aguaceros y viento, y posiblemente una inoportuna avería, empujaron al malogrado pesquero contra el acantilado de la isla de San Martín (Cíes), haciéndole saltar en pedazos mientras la mayor parte de sus ocupantes descansaban en los sollados de la embarcación". El San Martiño, fiesta local en la villa de Moaña, ya no volvió a ser el mismo.

En la tétrica lista de los más de seiscientos accidentes ocurridos en las rías gallegas en el último siglo y medio, el del Ave del Mar es una tristísima referencia que, no obstante, no empalidece a otras tragedias que han sacudido a la pesca gallega de bajura.

Así, el citado Francisco Díaz Guerrero aconseja detenernos en el naufragio de la Centoleira , una lancha de bajura, la madrugada del 5 de enero de 1964. Y no ya solo por la fatídica fecha, víspera de la festividad de Reyes Magos, tampoco por el impresionante balance de víctimas, 16, sino porque "hay muy poca gente que se acuerde de él".

Las páginas de Faro de Vigo de la época sí que lo reflejan. Es más: se realizó un amplísimo despliegue que incluyó unas espectaculares fotos del rescate de cadáveres en el mar, todas ellas realizadas por el fotoperiodista Manuel García Magar. En las páginas interiores leemos que la causa fue una colisión con el bou San Andrés y un titular estremecedor: "Nuevamente en Moaña", refiriéndose al puerto base de la lancha y lugar de nacimiento de la mayoría de sus tripulantes: habían pasado tan solo ocho años desde la tragedia del Ave del Mar.

Detrás de cada naufragio, de cada víctima, de cada familia, de cada superviviente, hay una historia, aunque hay naufragios que, por su peculiaridad, conforman una historia en sí mismos debido a sus singulares características. Es el caso del Castillo de Monjuitch, un mercante cargado de carbón del que la última señal de vida lo situaba a la altura de cabo Vilán aquel día de temporal del 20 de diciembre de 1963 desde el que ya no se supo nunca más de la suerte corrida por el barco y los 37 hombres de conformaban su tripulación.

Del Castillo de Montjuich sabe mucho el oficial de la marina mercante Manuel Rodríguez Aguilar, quien ha contado en más de una ocasión la historia de este buque que tuvo varias nacionalidades, que fue botado en 1919 y que "en 1937 pertenecía a una naviera inglesa y estuvo al servicio de la Segunda República española cargando material de guerra y víveres para la península Ibérica. En 1938 fue bombardeado en el puerto de Barcelona. Una bomba atravesó la cubierta principal y la del entrepuerto, y explotó en el interior de la bodega cargada de trigo, el cual amortiguó los efectos de la explosión. No se produjeron graves daños y milagrosamente ningún tripulante resultó herido". Pero "en 1939 se hundió a causa de otro bombardeo. Tras la toma de Barcelona se reflotó, fue renombrado como Castillo de Montjuich y trabajó para la naviera Elcano".

En 1947 embarrancó en Gijón y, tras arduos esfuerzos, se consiguió una vez más reflotarlo y remolcarlo hasta Bilbao para su reparación en el astillero de Euskalduna. El mercante semejaba indestructible, hasta que el 5 de noviembre de 1963, tras haber descargado en Boston, zarpaba de regreso a España en el que sería el postrer viaje de su vida: "el telegrama del 14 de diciembre fue el último que se recibió", apostilla Rodríguez Aguilar.

Particular mención dentro de toda esta serie de catástrofes marítimas con marco común en las rías gallegas merece aquella galerna desatada entre el 13 y 14 de julio de 1961. Apelamos al estilo telegráfico del catálogo de Rafael Lema Mouzo: "Mariloly, Todos los Santos, Badiola, Estrellita Marinera. Lugar: Estaca de Bares, Cantábrico. Afecta a Galicia, a Bretaña, hunde boniteros de Celeiro, Espasante. 41 muertos en Galicia. 19 barcos hundidos, 6 yates, 2 gabarras, motoras, lanchas. 83 muertos en todo el Cantábrico".