La tripulación del Alborada Primero, pesquero de artes menores que se hundió el pasado 5 de diciembre de 2013 en el interior de la ría de Muros y Noia, carecía de la formación necesaria para alertar en caso de accidente o naufragio. Así figura en el informe del accidente elaborado por los técnicos de la Comisión Permanente de Investigación de Accidentes e Incidentes Marítimos (Ciaim), que revela que ni el patrón ni los tres marineros -que resultaron ilesos- disponían del Certificado de Operador Restringido del Sistema Mundial de Socorro y Seguridad Marítimos.

Los expertos del organismo adscrito al Ministerio de Fomento desvelan que el pesquero fue despachado pese a carecer la tripulación de este documento, necesario para patronear cualquier buque civil y que certifica que se tiene la formación esencial para utilizar la conocida como llamada selectiva digital del equipo VHF, destinada a enviar y recibir llamadas (codificadas y no verbales) de socorro.

Los técnicos inciden, además, en que el patrón de la embarcación solo solicitó auxilio a los barcos que se encontraban faenando en la zona a través del canal de trabajo que tenían concertado, sin utilizar el canal 16 -reservado para las llamadas de urgencia y socorro- ni pulsó el botón de llamada selectiva digital. "La pulsación de este botón retarda las acciones a emprender unos pocos segundos, sin embargo los beneficios que se pueden obtener de su activación son enormes, en ocasiones la salvaguarda de la tripulación", recuerdan los técnicos en el informe sobre el incidente del pesquero, con base en Portosín.

Los expertos apuntan, por otra parte, a un error de navegación del patrón como causa del embarrancamiento y posterior hundimiento del Alborada Primero. "Solamente un error del patrón al subestimar la altura de la marea, propiciado por una marea más baja de lo normal, provocó el accidente", recoge el informe, que añade que este tipo de errores son consecuencia de faenar con escasa luz en zonas de muy poca profundidad y fondos irregulares.

El Alborada Primero, una pequeña embarcación de madera (de 10,1 metros de eslora) se dedicaba fundamentalmente a la pesca con nasas, principalmente de especies como la nécora y el camarón. Según las propias declaraciones del patrón, la embarcación rozó con una roca durante la maniobra de largado de los aparejos, lo que provocó una vía de agua.

Los profesionales de la Ciaim afirman que la embarcación estaba dotada de una bomba de achique fija reglamentaria y dos portátiles de inmersión que, sin embargo, resultaron inútiles para controlar el caudal que provocó la inundación del barco. El informe incide en que el patrón era consciente de la peligrosidad de la zona en la que faenaba -desde hace años- dada la posición de las bombas. "Estaban ya colocadas en su emplazamiento en previsión de algún percance similar al que sucedió", afirman los técnicos.

Los tripulantes del Alborada Primero se repartieron los chalecos y sopesaron la posibilidad de accionar manualmente la balsa salvavidas tras comprobar que las bombas eran incapaces de controlar la inundación y que la embarcación se hundía por momentos. Finalmente, tras la llamada de auxilio del patrón por el canal de trabajo de VHF, el pesquero Chiriza rescató a los marineros del agua -mientras el barco se hundía- y los trasladó hasta el puerto de Portosín, donde no necesitaron asistencia médica.

Los expertos instan al armador del barco a actualizar el plan de prevención de riesgos laborales siguiendo las últimas normativas de prevención de riesgos en la pesca.