Los noruegos son muy independientes. Todavía hoy miran con recelo a Dinamarca y Suecia por un pasado en común que nunca gustó a los habitantes de Norge. Esta independencia ha llevado a sus instituciones a no reconocer el derecho que corresponde a 12.000 marineros españoles, en su inmensa mayoría gallegos, de percibir las pensiones de jubilación tras años de cotización a la seguridad social noruega como tripulantes de buques mercantes de esta misma nacionalidad.

Aducen las autoridades escandinavas que al no ser residentes en el país no pueden reconocer a estos profesionales de la mar sus derechos a una pensión pagada y ganada con su esfuerzo personal.

Están logrando que la bandera a la que estos marineros españoles sirvieron (era la que enarbolaban los buques de cuyas tripulaciones formaron parte) comience a resultarles ingrata luego de tantos años de alabanza al país que los acogió.

El pasado día 3 de marzo se ha abierto un portillo de esperanza para los tripulantes gallegos debido a que el Parlamento de Galicia, por unanimidad, aprobó instar al Gobierno español a presentar una demanda contra la decisión de Noruega de impedir las pensiones de los trabajadores gallegos enrolados en buques noruegos y que, como se ha dicho, pagaron impuestos en aquel país, a pesar de no residir en el mismo.

Ha quedado claro, en función de la documentación aportada por el profesor Xosé Manuel Carril, que la demanda contra la decisión noruega tiene base. Y esta no es otra que el incumplimiento por parte de las autoridades nórdicas del Convenio europeo de Derechos Humanos, dado que la misma discrimina por nacionalidad la inclusión en el sistema de la Seguridad Social de unos trabajadores que han compartido tarea con otros de nacionalidad noruega a bordo de buques noruegos y con armadores de este país. Ni unos ni otros pisaron más territorio noruego que el permitido entre un viaje y el siguiente (si es que tocaban puerto de Noruega), si bien los primeros podrán aducir que ellos sí tenían casa en su país de procedencia, mientras que los españoles solo podrían argüir que en la suya, en España, residían sus familiares porque "su" casa de verdad era el barco y este llevaba muy visible la bandera roja, blanca y azul que todos los noruegos sacan a la calle el 17 de mayo de cada año como símbolo de su independencia.

Para más inri, España no computó en su momento (entre los años 60 y 90 del siglo pasado) el tiempo de embarque en los mercantes noruegos de estos 12.000 marineros que solo han servido, a lo que parece. para enviar divisas a una España necesitada de todo o casi todo.

Algún capitán de buque noruego ha alegado que los marineros españoles fueron advertidos en su día de que no tendrían nunca los mismos derechos que ellos, los nacionales de Norge. Pero los españoles han pagado sus impuestos en un país que nunca los rechazó.