El quimiquero Granato, inmovilizado en la tarde del sábado en la ría de Ares, tras fallecer su cocinero a bordo a causa de lo que se pensaba que podía ser una enfermedad contagiosa, atracó ayer en el puerto de Ferrol tras finalizar el aislamiento del buque y su tripulación.

Fuentes judiciales mostraron ayer sorpresa al conocer la medida de cuarentena sanitaria a la que fueron obligados los marineros del buque italiano Granato, que hasta ayer fondeaba en la ría de Ares, por la muerte del cocinero.

Según la autopsia, el hombre, nacido en el año 1962 y de nacionalidad india, falleció a causa de una infección respiratoria. Por este motivo, y para salvaguardar la salud de los tripulantes, la forense recomendó "medidas sanitarias cautelares" para evitar que la infección respiratoria que sufrió el cocinero se extendiese a sus compañeros. Es decir, según las mismas fuentes, se precisaba que los marineros fuesen reconocidos por un médico para comprobar si habían resultado contagiados y, en ese caso, asistidos en caso de enfermedad, pero no una cuarentena.

La alarma creada llegó ayer a su fin cuando el buque cisterna llegaba a Ferrol tras el levantamiento de la cuarentena dictada. A bordo va una tripulación formada por seis indios, cuatro filipinos, tres italianos y un rumano, que fueron examinados por médicos de Sanidad Exterior. Ninguno de los 14 tripulantes presentaban síntomas de contagio.

La embarcación navegaba a unas sesenta millas de Vigo el pasado viernes cuando su cocinero tuvo que ser evacuado en el Pesca I al aeropuerto de Vigo. El tripulante sin embargo falleció durante el traslado y la autopsia reveló que su muerte se produjo a causa de una enfermedad respiratoria contagiosa. Después de la entrada en el barco del servicio de Sanidad Exterior, pasadas las dos de la tarde, este departamento expidió el certificado que permitió levantar la cuarentena y que el buque reanudase las operaciones. El Granato se dirigía a Ferrol a descargar metanol en Forestal del Atlántico.

El alcalde de Ares, Julio Iglesias, pidió "transparencia". "Durante tres días nadie fue capaz de dar un mensaje tranquilizador ante la alarma que estaba generando", comentó el regidor, que descartó cualquier tipo de riesgo, pero también lamentó tener que conseguir la información por sus propios medios. Criticó además la "alarma injustificada" provoca por el Puerto de Ferrol.