La Unión Europea mantiene sus reticencias para llegar a un planteamiento de total prohibición del finning -cercenamiento de las aletas del tiburón y descarte del cuerpo de éste, que se arroja al mar-, a pesar de que la inmensa mayoría de la flota dedicada a esta pesquería se muestra favorable a la abolición de esta práctica.

Por sexta vez consecutiva se ha planteado la necesidad de que los tiburones se desembarquen, como acontece en el territorio de la UE, con las aletas adheridas al cuerpo. Un total de catorce países contratantes de la Comisión Internacional para la Conservación del Atún Atlántico (Iccat), entre ellos EEUU, Brasil y la propia UE, apoyan este planteamiento. Representan el 75% de las capturas de escualos en el Atlántico y, al igual que la flota europea, llevan a la práctica lo que China y Japón (voto minoritario) no quieren y bloquean cualquier iniciativa al respecto cuando se habla del finning en aguas atlánticas también para sus respectivas flotas. Y aquí es donde a la Unión Europea le entra temblera: exige a los suyos, pero evita forzar a las otras partes a que secunden lo que, por ejemplo, ha propuesto la Confederación Española de Pesca (Cepesca), organización que controla la mayor parte de los buques dedicados en la UE a la pesca del tiburón.

Esta flota, precisamente, preconiza el desembarque de los tiburones capturados con sus aletas adheridas, como la Comisión de Pesca del Atlántico Nordeste (Neafc) determinó para sus asociados.

El sector gallego se ha mostrado a favor de las tesis que baraja Neafc. Pero su voz se ahoga en medio de la algarabía administrativa por un lado, de la UE, y por el otro, de Iccat. Por lo que es fácil entender que no habrá cambio de cromos si China y Japón no quieren. O, también, que Iccat autoriza -como hizo este año- el incremento de 2.700 toneladas de atún rojo del Atlántico Oriental y del Mediterráneo como medida para contentar a un país, España, que está haciendo oír su voz en el desierto internacional y que, mientras se satisfaga con 440 toneladas de túnidos adjudicadas, menos fuertes serán sus proclamas contra el finning. Máxime si este incremento anual se mantiene, como está previsto, al menos hasta 2017. En Iccat saben cómo callar conciencias.