Comprenda el lector que un cariñés como el arriba firmante defienda el término bocarte para referirse a la anchoa del Cantábrico o al boquerón andaluz, partiendo del reconocimiento del derecho que cada cual tiene a utilizar la denominación que prefiera para referirse a uno de los productos más gratos del mundo de la conserva y el salazón.

Compréndalo, por favor, para hacer un pequeño esfuerzo y entender que el bocarte gallego -que es el bocarte asturiano, cántabro, y la anchoa vasca o el boquerón andaluz- es más bocarte porque cuando llega a nuestras costas, lo hace en plan espléndido como vencedor que es, de las mil batallas en las que se ha visto obligado a participar por mor de los dos mil lances en los que todo quisque quería hacerse con su preciada carne ya sea frita, ya cruda o casi, ya "envuelta" en huevo batido, o bien en su fenomenal presentación fileteada y en bote de cristal o en lata ad hoc.

Ya en tierra, nuestro bocarte inicia otra lucha post mórtem y que es la que le conduce a la conservera tradicional, en un mano a mano entre distintas localidades de Galicia, Asturias y, sobre todo, Cantabria o, para reducir el ámbito, desde Santoña a Cariño, que también se puede venir por toda la orilla y cantar a los vientos predominantes. "¿Quién compra... bocarte fresco?".

Abundante el bocarte, oiga. Ese que el presidente Revilla sigue regalando enlatado a todo aquel que el político cántabro considere merecedor de tal distinción.

Menos abundante porque no se permite su captura parece el existente desde Fisterra al golfo de Cádiz, contingentado en gran medida por lo constreñido de la autorización de su pesca.

Por esto, y por lo que de ejemplar defensa de lo propio tiene, propongo al presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, que copie de su colega cántabro y regale a quien se le antoje una lata de anchoas -de bocarte, vamos- elaboradas en un fábrica cariñesa en la que se propala al Nordés la pureza de un producto que bien puede competir con el procedente de Santoña (y que no se me enfaden los cántabros, cuyos elaborados anchoeros son, en gran medida, un ejemplo a seguir y degustar.

Y propongo, además, que esa pureza anchoera de Cariño añada a la denominación "anchoa" la versión que circula desde Cariño de Riba a Cariño de Embaixo, pasando por A Pedra, Sismundi, Feás y Landoi y que no es otra que el afamado bocarte.

Bocarte de Cariño, ea, del Cantábrico occidental, el que se rompe cada día contra los farallones de nuestra costa y enfila los tres Aguillóns para rezarle un responso a San Bartolo y un avemaría a San Xiao do Trebo.

Bocarte de Cariño, capturado a pesar de todo y de muchos que lo consideran grande y metido en carnes. Como si fileteado dejase de ser bocarte o anchoa.