Verá, lector: la pesca artesanal pervive, a pesar de todo. Y en su pervivencia, logra que centenares de familias gallegas sobrevivan a los tiempos. Porque se es artesanal por convicción, porque quien pesca se identifica con el medio y éste mantiene su estructura basada en un permanente te doy y me das. Traducido: te doy mientras me respetes.

Este planteamiento se mantiene en la costa gallega desde tiempo inmemorial. Porque la pesca artesanal no es de hoy. Ni siquiera tiene un único objetivo ecologista, término este muy posterior en su expansión al conocimiento de lo natural, lo artesanal.

Pero se ve que, para algunos acarreavotos, la pesca artesanal no tiene futuro. Solo de este modo se puede entender que aquellos que, teniendo la sartén por el mango, opten por hacer lo indecible por perjudicar a un segmento de flota nacido para compartir.

Que a nadie extrañe que el puerto de Camariñas (A Coruña) haya sido el pasado sábado punto de encuentro de todos los perjudicados por una nefasta política aplicada -dice mi amigo Manuel, curiosamente armador de arrastre- por el Gobierno "más ignorante en materia pesquera de cuantos se han conocido en los últimos 40 años".

La de Camariñas, como antes en Vigo y en A Coruña, fue una protesta clara y fuerte -¿me oyes?, cambio- en defensa de la pesca artesanal de Galicia. Sí, la que representan esos barcos que tienen alternativas varias para existir y coexistir, esos barcos que no destruyen ni agotan el recurso.

Medio centenar tan solo de barcos artesanales presentes en esta protesta cuyos ecos se hicieron sentir también en tierra; pero deberían ser millares los ciudadanos que clamaran contra aquellos que no quieren hallar soluciones a los problemas de un sector que se muere en sí mismo.

Artesanal para vivir y dejar vivir, algo que no quieren comprender los que mandan y degustan el producto del trabajo de esos pescadores artesanales que en Galicia capturan especies de bajura de lunes a viernes, cuando el estado de la mar y el viento lo permite, para que aquellos que rigen los destinos del producto degusten este cualquier día de la semana.

La flota artesanal es algo más que una heredad. Es, también, el reconocimiento de la propia identidad de un pueblo marinero que, en Galicia, tiene carta de naturaleza.