Ocho veces el rugido de un avión a reacción despegando. Así suena un buque sísmico (seismic vessel) en plena búsqueda de hidrocarburos o minerales en el lecho marino. Las prospecciones de petróleo y gas se realizan mediante disparos con cañones de aire que emiten pulsos de sonidos de hasta 259 decibelios hacia el fondo del mar, práctica que según varios estudios científicos independientes y de organizaciones ecologistas, tiene un efecto inmediato sobre los stocks de las especies de la zona.

Una vez detectadas las bolsas de hidrocarburos, llega el turno de verificar los hallazgos con las primeras perforaciones y extracciones, que es lo que va a hacer el Maersk Chancellor en el caladero de NAFO. Este navío es un supply vessel, un remolcador de apoyo a la industria petrolífera, que transporta una unidad de perforación portátil que realizará 45 exploraciones en 19 localizaciones del caladero, en una campaña que durará 35 días. Y en función de los resultados de estas perforaciones, y del coste que tenga para la petrolera -en este caso, la compañía noruega Statoil- la extracción de hidrocarburos en cada punto analizado, se decidirá si es rentable su explotación o no, para lo que es determinante la cotización que tenga el crudo.

El sector pesquero gallego afirma sentirse "acorralado" por la "fiebre petrolera", que podría ir a más en el momento en que el precio del petróleo repunte. La ampliación de las prospecciones en Irlanda ya llevó a los armadores gallegos a enviar una carta al director general de Ordenación Pesquera, Carlos María Larrañaga, para expresarle su preocupación por esas actividades. Se da la paradoja de que la comunidad gallega, además de sufrir el efecto de las prospecciones en su flota pesquera, es uno de los principales fabricantes de buques sísmicos y de apoyo a la industria offshore de Europa.