Una docena de armadores de barcos de volantas de Cedeira, Laxe y Corme permanecen desde primeras horas de la noche del domingo ante el edificio administrativo de la Xunta, en el barrio compostelano de San Caetano. Reclaman soluciones para un sector, el de la pesca litoral o bajura, que se muere porque nadie inyecta en sus venas las soluciones adecuadas para sostener una flota que, siendo la base del mundo de la pesca, se deja ir por las alcantarillas de una Unión Europea que sigue sin entender qué es la bajura y cuál es su grado de implicación en el desarrollo de la vida cotidiana de muchas poblaciones de Galicia y otros puntos de España.

Los que protestan en San Caetano son armadores que, a diferencia de otros, tienen como trabajo cotidiano la pesca. Es decir, armadores que salen a faenar con barcos que llevan cada uno entre 8 y 9 tripulantes. Armadores que laboran a bordo del mismo modo que lo hace la tripulación. Armadores de barcos que la UE ha ido mermando en su número con la aquiescencia de los administradores de la política pesquera española que se aplica en Madrid y Santiago.

Son muy poco los volanteros que quedan actualmente en Galicia. Pero no son nada que se pueda entender como residual porque significan empleo que da vida a sus respectivos pueblos.

Armadores que, el mismo domingo por la tarde aviaban para salir a pescar durante la noche. Pero, consecuencia del diálogo establecido entre los propios armadores y algunos tripulantes en la cofradía cedeiresa el pasado sábado, no hallaron respuesta a la pregunta de "¿Qué vamos a pescar?". La incertidumbre movilizó a uno de los armadores y tras este se fueron otros a la capital de Galicia a hacer patente su disconformidad con los hechos, con los silencios, con las decisiones incomprensibles que hablan de un absoluto desconocimiento de lo que es la pesca en sus múltiples facetas. Protestan en silencio y están decididos a mantenerse en esta actitud hasta que el cuerpo aguante. Una huelga de hambre, la de los armadores, que lleva aparejada la paralización de la flota de volantas. No quieren seguir esperando a la parca de la mar, esa que no lleva guadaña pero sí motosierras que trocean barcos en un significativo afán de desguazar lo poco que queda a flote.

Esta vez, la Administración pesquera española va a tener que escuchar, porque a los silencios de los que protestan en San Caetano se están uniendo, me aseguran, muchos barcos y lanchas de esa bajura ignorada y que también existe en el Mediterráneo. Pero que quede claro: se está iniciando una protesta que quiere ser generalizada contra la Secretaría General de Pesca, contra las multas que caen por todas partes, contra la política de desguaces y la carencia de soluciones a la posible falta de stocks necesarios para seguir pescando y que, a juicio de las flotas, serían más defendibles si el dinero que se emplea en el desguace sirviese para subvencionar paradas biológicas que permitan la recuperación de esos stocks ahora, dicen, en declive.

Buscan unidad de acción. Y esta parece va a producirse en el sentido de proceder al amarre total de las flotas e incluso el bloqueo de mercados en toda España.

Las escamas, en esta oportunidad, se van a quedar resecas en los mercados y pescaderías.