Aguantaron estoicamente ante la entrada de las naves en las que se celebra la Feira dos Produtos do Mar Conxelados Conxemar en Vigo mientras caían chuzos de punta y sin que nadie hablase de ciclogénesis explosiva. Con lluvia y viento, haciendo sonar las bocinas de su cabreo para recordar a los asistentes a Conxemar que el mar, aunque no es de todos como lo fue algún día, al menos sí podría -antes de que se privatice absolutamente, dicen- proporcionarles a ellos, la flota de bajura, los mínimos necesarios para una existencia digna. Pero ni los que estaban dentro o entraban querían oír, ni algunos medios de comunicación públicos quisieron o pudieron trasladar a sus audiencias la verdad de lo que ocurría en los aledaños de Conxemar. Y para eso los pagan, se quejan los armadores y los marineros del cerco gallegos que desafiaron al mal tiempo, en tierra y en la mar, para hacerse un hueco en las agendas de los que dirigen un sector que, poco a poco, se hunde y esta vez no por culpa de los temporales.

Las flotas gallegas de bajura se quejan. Y sus tripulantes y armadores hablan a las claras de la existencia de favoritismos a la hora de distribuir las migajas de las cuotas que la UE deja para un estado miembro llamado España que, a la hora de la verdad, parece no contar con la vara de medir las correspondencias en su autogobierno.

Echan una mirada los hombres del mar al reparto por comunidades de esas cuotas y se encuentran con la realidad de una distribución que para nada se ajusta, por ejemplo en el caladero Cantábrico Noroeste, a los datos y los hechos: el País Vasco, con 59 barcos, se lleva el 48% de las cuotas; Galicia, con 155 barcos, tan solo el 25%, un punto más que Cantabria, que tiene 53 barcos. Y Asturias, con 7 barcos, dispone del 3% de las cuotas.

El año pasado, el reparto para el cerco fue un clamor en la desigualdad: el País Vasco, con una cuota del 48,11%, pudo pescar 6.591 toneladas; Galicia, con el triple de barcos, solo 3.406 toneladas; Cantabria, con 20 barcos menos que el País Vasco y 109 menos que Galicia, 3.296 toneladas, y Asturias, con 11 cerqueros, tenía una capacidad de pesca de 411 toneladas.

Como quien no quiere la cosa, cada uno de los 64 barcos de cerco del País Vasco podría haber pescado algo más de 103 toneladas, mientras que Galicia ha debido conformarse con poco más de 22 toneladas por cada cerquero; Cantabria, 75 toneladas, y Asturias, casi 38 toneladas.

Esta es la desigualdad y el trasfondo del cabrero que se generaliza porque la cuota que se les otorga a los cerqueros gallegos ni siquiera es suficiente para cubrir los gastos de explotación de la embarcación.

Convencidos de que en 2016 las cosas serán aún peores, los pescadores gallegos consideran que sin cuotas de pesca y con una pesca artesanal accidental en la que los Totales Admisibles de Captura (TAC) son "una puta locura" no tendrán ni "para comer" gracias a aquellos que, con pocos años de servicio a la comunidad autónoma o al Gobierno central y las instituciones del Estado "dispondrán de una paga que les permitirá vivir sin padecimientos económicos de ningún tipo".

Reconocen que el stock de sardina está mal, pero no así el de jurel, que consideran responde adecuadamente, al igual que el de la anchoa, que se encuentra estabilizado.

Son cabreos acumulados por la desigualdad en el trato y el reconocimiento de unos derechos que van más allá de los puramente históricos, basados en un reparto lineal por barco de las posibilidades reales de pesca.