La firma gallega Marine Instruments, el mayor fabricante de boyas satelitales para la pesca de atún del mundo, está desarrollando un dron (un vehículo aéreo no tripulado o UAV, en sus siglas en inglés) para la detección de bancos de túnidos que permitirá a las flotas pesqueras un importante ahorro de combustible, según informó ayer su socio fundador y responsable de I+D, Francisco Pino. El aparato, ya en fase de pruebas, ha sido bautizado como Tunadrone y tendrá una autonomía de vuelo estimada de unas seis horas gracias a un sistema de alimentación por energía solar.

La flota atunera cuenta en la actualidad con dos vías para localizar los bancos de atún: las boyas satelitales, que se enganchan a objetos a la deriva y alertan de la presencia de túnidos en su zona a través del envío de datos vía satélite o mediante la búsqueda de aves marinas en alta mar o sergueras en la superficie del mar -indicativas de que hay una mancha de peces-. "Antes también se utilizaban helicópteros, pero han quedado en desuso en las flotas del Atlántico y el Índico, aunque en el Pacífico se siguen empleando", explicó Pino. Ahora es el turno de los drones. "Creemos que en los drones hay una oportunidad de negocio importante", aseguró.

El Tunadrone es la primera incursión de Marine Instruments en este segmento. Según explicó Pino, se está trabajando sobre un prototipo básico de UAV de 2 kilos o menos, ya que así podrá volar más allá de la línea del horizonte sin representar un riesgo importante para el tráfico aéreo, lo que agilizará los permisos pertinentes para su uso. Y la idea que tiene esta empresa gallega es que el aparato tenga una autonomía de vuelo de hasta seis o siete horas. "La flota se mueve en zonas con una alta exposición solar, queremos aprovechar la intensidad del sol para ganar en autonomía", señaló. Básicamente, el dron lo que hará es transmitir imágenes en tiempo real, para lo que estará dotado de una cámara de vídeo (con un sensor de imagen adaptado a la detección de bancos de atún y de aves marinas), paneles solares y una batería.

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Uno de los principales retos a los que se enfrenta el proyecto es la degradación de los materiales en un ambiente tan agresivo como el océano Índico, por ejemplo (altas temperaturas, salinidad, erosión, etc.), así como el coste del aparato.