Los cerqueros gallegos, de forma voluntaria, regularon hace años sus capturas. Querían pescar hoy y permitir con su autorregulación, que sus hijos pudieran tener pescado mañana. Y pasado mañana. Y siempre. Pero ahora tienen que regular sus empresas, forzados por la situación económica a la que les ha arrastrado la inexistencia de posibilidades de pesca. Por ejemplo de jurel. Y qué les queda por regular. Pues lo más doloroso: sus plantillas de trabajadores. Es, ahora, una preocupación añadida, porque los armadores comienza a preparar los papeles para la declaración de los ERE que permitan a sus tripulaciones cuando menos cobrar las ayudas previstas para aquellos que pierden sus empleos.

Es probable que el hecho no trascienda más allá del ámbito familiar porque, en la España que, ahora también, "va bien" en lo económico, solo se habla de Cataluña y el "golpe de autoridad moral" del presidente del Gobierno. Que un grupo de armadores y marineros acampen en San Caetano es una anécdota. Y que más de mil familias que dependen para vivir del salario que aportan otros tantos marineros del cerco, es una mota, una manchita en el impecable sistema de recuperación económica de un Estado español en el que, en materia de pesca, no todos somos iguales.

Y es que, aunque de Galicia han salido y salen gobernantes estatales, nunca un partido gallego ha sido necesario para que gobierne en Madrid el más votado. Como lo han sido, por ejemplo, partidos nacionalistas de Euskadi y Catalunya.

Cuando los pescadores gallegos de cerco aceptaron voluntariamente la autorregulación en las pesquerías del sector, creyeron -¡ay, José Manuel Vila, tristemente desaparecido diputado en el Parlamento gallego por el PP que no te quiso como alcalde de Malpica!- que hacían historia. Y la hicieron, ciertamente, porque su iniciativa fue válida. Pero no contaron con los clásicos: "No las hagas, no las temas". Devolvieron "históricos" derechos de pesca a aquellos que, valientemente, apostaron por un futuro digno en la mar y sus pesquerías.

Ahora, los cerqueros girarán visita a la Valedora do Pobo. Será el viernes 6 de noviembre. Seguro que lograrán buenas palabras; pero cuando la Valedora diga algo, ya estaremos en campaña -esta de pesca de votos- y, otra vez, los problemas del cerco de Galicia pasarán a un tercer o cuarto plano de la actualidad gallega.

Ayer recabaron el apoyo de los empresarios de la congelación industrial, sus clientes. Ha habido comprensión. Y sucede en un momento en el que los mismos marineros consideran que ellos mismos son su peor enemigo porque la solidaridad que se produce en la mar cuando sucede una tragedia, no se logra, ni mucho menos, para hacer causa común con aquellos que padecen las consecuencias de la incomprensión de Bruselas, de Madrid y de Santiago de Compostela donde, al parecer, todos los gatos son pardos.