En su reciente viaje a Bruselas, la delegación de armadores de cerco que representaba a Acerga concluía que el futuro negociador tenía que basarse en la unión del sector, lograr un amplio consenso -sino total sí mayoritario- para plantear a las instancias comunitarias cualquier cuestión que estas pudieran estudiar y decidir sobre ellas. Pero la realidad es muy otra: si los 120 cerqueros que conformaban Acerga no veían apoyos de las restantes unidades pesqueras del cerco existentes en Galicia y que se mantenían como hilos conductores de la tradición pesquera representada esta por las cofradías de pescadores. La propia Acerga se fragmenta y surge la división, con lo que ahora mismo ya son tres los representantes de este segmento de flota que son los cerqueros y cada uno de ellos con un planteamiento distinto a pesar de que, básicamente, todos quieren lo mismo: pescar y lograr una rentabilidad a su trabajo.

En el cómo es en lo que se diferencian: Acerga sostiene la gestión conjunta de la pesquería; Cerqueiros de Galicia -asociación que representa a los armadores que defienden lo contrario que Acerga- pretende la gestión individual y las cofradías de pescadores -hasta hace poco la única representación del sector- consideran que esa gestión, si bien debe ser de carácter individual, debe regirse por unas normas ampliamente aceptadas por los representados.

A mayor abundamiento, se debate en torno a si se deben eliminar los denominados "derechos históricos" de los que se valen cántabros y vascos para pescar mucho más que asturianos -que han interpuesto tres denuncias contra el vigente sistema de reparto de cuotas- y gallegos, derechos que, lo que son las cosas, unen a gallegos y asturianos, que los rechazan, y también a cántabros y vascos, que los defienden, si bien desde la cofradía de Santander plantean que el reparto se base en los GT de los barcos y los gallegos quieren que prevalezcan en ese reparto los derechos de los tripulantes de cada barco con una antigüedad mínima a bordo de un año. Es decir, un reparto lineal por tripulante.

La refragmentación del subsector de cerco en el caladero nacional Cantábrico Noroeste es evidente y muy a pesar de la recomendación comunitaria.

Si el actual reparto se aprobó por la Secretaría General de Pesca con la aquiescencia de las comunidades autónomas y las federaciones de cofradías de pescadores (con la Federación Nacional de estas al frente), es obvio que el sector estaba representado. Otra cosa es que las federaciones de cofradías, como dicen muchos de los afectados, no hubieran consultado al respecto a los armadores y tripulantes que las conforman.

Todo esto hace pensar al arriba firmante que el camino a recorrer es, además de muy complicado, sinuoso. Porque, ¿quién representa a quién en este conflicto y quién tiene la palabra para dirimir con la Secretaría General de Pesca el sistema de reparto a aplicar?

Da la impresión de que, en este momento, el cerco en Galicia y las otras tres comunidades que conforman el Cantábrico, es un pollo sin cabeza que juega a merced de aquellos que no quieren, efectivamente, la unión.