Sorprendido. Las cifras de pesca y resultados económicos para algunos cerqueros hablan por sí solas. Para bien y para mal. Para bien de aquellos que, con más o menos cuota, han logrado pasar la línea roja sin problema; para mal de los que, con un cuota mínima han tenido que acogerse a ella y hacer de tripas corazón. En medio, los que no tienen nada excepto su barco recién adquirido con la aquiescencia de aquellos que deben regular no solo la pesquería sino los que la pescan y no tienen ni para pagar la hipoteca del barco.

Sí, hay quien se ha pasado con mucho la línea roja y lo ha hecho a costa del sudor y lágrimas de sus compañeros. También, cierto es, jugándose el bigote porque ha engañado -o al menos intentado engañar- a las autoridades pesqueras e incluso al Fisco con sus triquiñuelas para, al final, hacer recaer en sus colegas la responsabilidad de una sobrepesca que, tarde o temprano, tienen que pagar a Bruselas.

Unos y otros están ahí, en un libro gordo que, sin ser el de Petete, habla a las claras de irresponsabilidades por miles de euros que han engordado sus cuentas mientras otros los demandan para pagar sus deudas. Y esto duele.

Enfrente, aunque todos en el mismo lado y sin oscuridades, los que reconocen que han mentido y aquellos otros que justifican determinados ingresos en base a capturas de cabalón y bogas, especies para las que no hay TAC y se pueden pescar libremente, y gracias a las cuales algunos barcos han sumado un euro a otro y así hasta lograr que, cuando menos, el barco logre hacer frente a los salarios de diez u once hombres a bordo, los gastos del propio pesquero, seguros, hipoteca, etc.

Es decir, la Consellería de Pesca tiene sus razones para señalar barcos que han hecho su agosto durante este año; pero no es menos cierto que muchos de los que han logrado sobrevivir y unas ganancias mínimas deben estas a la mentira en las declaraciones y al cabalón y las bogas capturados como extras. Ni tanto ni tan poco: pescaron más, sí, gracias a las capturas de estas dos especies indicadas y para las que, como digo, el TAC NO EXISTE.

La mayoría de los pescadores de cerco aseguran poder justificar que todo lo que pescaron está declarado y pagado. Pero añaden que tienen derecho a vivir y que hay barcos con cuota cero que ya no saben qué hacer para poder pagar sus gastos cada equis tiempo y, a la vez, atender las necesidades de su casa y las de las casas de los tripulantes. Por eso hay quien pide, y lo hace fuerte claro, que es necesario dotar de cuota a quien no la tiene, aunque estas sea prorrateada por sus propios compañeros. Este es el derecho a vivir que proclaman. Y se expresan sin ambages: mes y medio sin pescar y tienen que pagar lo que deben, mientras las administraciones pesqueras se llaman Andana. Se preguntan si es tan difícil rectificar cuando se sabe que el reparto de cuota se ha hecho mal, y exponen rotundamente que un barco con una cuota de 30.000 kilos no produce más allá de 15.000 euros. Esta cantidad no es suficiente ni para pagar los gastos de combustible y seguros.

Por lo que uno ha podido ver, es verdad que hay quien se ha saltado esa línea roja que significa incumplimiento. Primero, con sus compañeros; segundo, con lo establecido por Bruselas, Madrid y Santiago; y tercero, con peligro evidente de caer en las redes de Hacienda y que esta reclame por ingresos no declarados. Pero también, y según el BOE, por un reparto de cuotas que discrimina: al lado de barcos que no van más allá de los 60.000 kilos de jurel, otros de características similares que superan los 250.000 como consecuencia de la escasa visión de quien reparte.

Un veterano armador me decía ayer por la mañana que era "un abuso de poder ejercido por un Gobierno democrático que pretende hundir la flota".

Pues eso.