Las cofradías de pescadores no quieren las jaulas para cultivo de peces que se puedan instalar en la costa gallega. El anteproyecto del plan que se baraja no convence a nadie más allá de los autores del mismo. Y basar en las posibilidades depuradoras del mejillón la limpieza medioambiental de las rías contaminadas por la cría y engorde de esos peces no salvajes, se considera un despropósito descomunal. Da la impresión de que no se ha aprendido nada de las jaulas de salmones instaladas en la ría de Muros-Noia.

Los marineros -que no encuentran una solución al problema del cerco, la volanta y el arrastre, cuyos buques faenan en la zona litoral- se preguntan a qué se debe la planificación de la reordenación de los polígonos de bateas mejilloneras y el comentario cada vez más extendido de que nadie sabe qué respuesta pueden dar las rías a la instalación de medio millar de esas jaulas de cría y engorde de peces y la consecuente contaminación de las aguas.

Que esto se plantee cuando en los jardines de San Caetano se mantienen las tiendas de campaña de los que reclaman un reparto justo de cuotas y cuotas para todos los barcos del cerco de este País llamado Galicia, parece como mínimo una obscenidad. Porque habría que aclarar qué papel se reserva a los pescadores tradicionales y demostrar fehacientemente la inexistencia de peligros para la flora y la fauna de dichas rías, además de para los consumidores de, por ejemplo, el marisco que de tales rías se extraiga.

Uno no quiere pensar mal; pero es que parece que todo se diseña en el sentido de dar motivos para que el mundo de la mar entienda que la pesca se acaba. Y no precisamente porque la pesca desaparezca, sino porque no interesa el sector primario. Es como si se pretendiera delegar en países terceros todo lo que afecta al consumo humano. Que produzcan ellos. Que las multinacionales continúen haciendo de las suyas allí donde no es posible negarse a nada porque viene impuesto.

Noruega y Chile, como ejemplos de países de producción acuícola. Pero nadie dice cómo viven los pescadores de cada una de esas naciones. ¿Qué va a hacer Galicia, por ejemplo, con el excedente de mano de obra en el sector pesquero cuando las jaulas invadan los mares? Y no me vengan diciendo que la acuicultura dará trabajo a aquellos que lo pierdan en la pesca porque nadie se lo cree.

¿Es transparente el proceso iniciado para lograr la colocación de esas 500 jaulas de peces? ¿Conoce suficientemente el sector la consecuencia de tal "plantación"? ¿Por qué se guarda tan llamativo silencio en torno a ese proyecto?

Como todo esto continúe así, las jaulas de peces se van a convertir en jaulas de grillos que se sumarán a las ya existentes. Y si las jaulas son necesarias para que se críen peces destinados a la alimentación de los seres humanos, comencemos por dar a estos la oportunidad de seguir pescando, de seguir siendo marineros.

Los redactores del plan han tardado cuatro años en concretar el proyecto. Ahora, en 15 días se pretende que el mismo sea aprobado por los afectados. ¿De cuánto tiempo dispondremos para darnos cuenta de que las piscifactorías tienen su futuro basado en la pesca extractiva? ¿No será tarde para rectificarlo? ¿Quién pescará, los superarrastreros?

Espero no verlo. Sinceramente.