Los armadores y tripulantes de los 120 barcos que integran la asociación de cerqueros gallegos Acerga creen que hay motivos para pensar que, después de casi 60 días de acampada en los jardines de San Caetano, frente al edificio administrativo de la Xunta, algo se mueve. Ya no son solo figuras que, cual fantasmas, cruzan de un lado a otro del antiguo hospital llevando y trayendo papeles, propuestas, ideas, etc. Entienden que la conselleira do Mar, Rosa Quintana, ha puesto en marcha un globo sonda para conocer si, previamente al encuentro de los afectados por los recortes de cuotas con ella misma, el subsector del cerco da un paso adelante y, esta vez sí, logra una voz única para defender sus propuestas de cambio. Porque la conselleira habló recientemente de hacer aquello que resulte más positivo para los cerqueros gallegos.

Y aquí, consideran los marineros de Acerga, puede estar la clave para que hoy por la mañana, salga de San Caetano un acuerdo por el que los acampados en los jardines levanten las tiendas, se reintegren a su actividad en los puertos y, en 2016, el reparto de cuotas sea el que, justamente, corresponde a un colectivo cuyos barcos están amarrados desde mediados de octubre mientras otros continúan pescando.

En buena medida, todo quedó más encauzado en la reunión de ayer entre los socios de Acerga con los representantes de las cofradías de pescadores, una vez que estos últimos parecen haber movido ficha y expresar su apoyo a los que reclaman soluciones para el conjunto del sector.

Es la mejor lotería que les puede tocar mañana.

Ojalá que las voces de los niños de la escuela madrileña de San Ildefonso, además de cantar los premios del sorteo de la Lotería Nacional, pueden decir hoy mismo que los cerqueros gallegos han hallado el camino para la vuelta a la normalidad.

Pero sí, algo parece estar moviéndose en San Caetano.