Especies marinas tan importantes para la pesca y la acuicultura en Galicia como la caballa -o xarda- y el mejillón pueden migrar a otros caladeros o sufrir una reducción considerable en sus poblaciones durante las próximas décadas por cambio climático. Son sólo dos de los efectos que puede provocar, según expertos gallegos, si no se le pone remedio.

El Instituto de Investigaciones Marinas (IIM), con sede en Galicia y dependiente del Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), publicó recientemente un estudio en el que relaciona la acidificación de los océanos -provocada por la absorción de CO2- con el descenso del Ion Carbonato, un compuesto que juega "un papel determinante" en la formación de las conchas de los moluscos. "Cultivos como el del mejillón, la almeja o la ostra, con el volumen de toneladas que facturan y el impacto económico que suponen, podrían verse afectados por esto", asevera el director del instituto, Antonio Figueras, que asegura que hace "diez años" que los expertos alertan de esta situación "sin demasiada fortuna". El científico también advierte de que los ciclos de vida y desarrollo de los moluscos están influidos por los cambios de temperatura.

"Todo cambio en las condiciones del medio marino va a afectar al pescado y, por tanto, a la pesca", afirma la experta en economía pesquera María do Carme García Negro. Esta economista explica que el calentamiento de las aguas, su acidificación, los vertidos contaminantes o las actividades extractivas descontroladas se encuentran entre las principales amenazas actuales al medio marino, e indica que sus consecuencias son "imprevisibles". Aunque algunas, como las migraciones de xarda hacia las aguas frías del norte de Europa y la llegada a costas gallegas de peces tropicales, ya comienzan a notarse.

Estos cambios en el medio marino, explica García Negro, provocarían un mercado inestable con fluctuaciones constantes de precios y escasez de especies, y también dificultarían la gestión de la Política Pesquera Común (PPC). "Puedes salir francamente perjudicado porque en la zona en la que pescas cambian las condiciones de existencia de esas especies que pescabas", asevera. Algo que, indica, está sucediendo ya que países como Rusia o Noruega están teniendo un "éxito sin precedentes" en la pesca de xarda que está "fuera de la regulación pesquera internacional".

Tanto esta economista como el científico del IIM señalan la dificultad de evaluar los efectos futuros del cambio climático. "Los cambios que estamos viendo ahora son los provocados por acciones de hace 15 años, y lo que hacemos ahora definirá lo que ocurra (en una proporción mayor) dentro de 20 años", argumenta Figueras. García Negro sostiene además que los efectos son distintos "dependiendo de lugar del mundo en que nos situemos".

Los expertos denuncian la falta de recursos para investigar en profundidad los efectos del calentamiento global y la contaminación en los océanos y la pesca. Para García Negro, los estudios científicos tienen un papel fundamental como instrumentos de presión "para que se cambien las prácticas conocidas hoy" que afectan al cambio climático. También cree que son necesarios para poder ejercer una "planificación efectiva" de cara al futuro, algo que ni Galicia ni España tienen. "Hay informes, lo que no quiere decir que nosotros tengamos los nuestros", lamenta.

Pese a las amenazas ambientales, los representantes del sector pesquero sostienen que los caladeros se encuentran en un buen momento y no ven señal de alarma. El propio IIM, sin embargo, publicó recientemente un estudio en el que señala que las poblaciones de pulpo, centolla y raya se mantuvieron estables en Galicia en los últimos 15 años. Figueras, en cambio, es cauto: "Es lógico que mejoren las poblaciones si hay una regulación adecuada de las capturas, los efectos de la contaminación se verán a largo plazo".

El acuerdo climático de París, firmado el mes pasado, fue presentado como un texto histórico en la lucha contra el calentamiento global, un término que pasó de los debates científicos y ecológicos a la opinión pública en cuestión de décadas. A pesar del cambio en el discurso, los expertos son escépticos y tachan el acuerdo de "propaganda".

Figueras cree que lo más importante es "convencer a la gente de la relación causa-efecto de sus acciones". El experto censura que haya personas que se "asustan" cuando ven una imagen de un glaciar derritiéndose, pero luego "tiran aceite o medicamentos por el desagüe" y usan "indiscriminadamente" plástico que acaba depositado en los mares. Advierte de que todo lo que se tira a los océanos puede acabar "volviendo a nosotros" a través, por ejemplo, de los productos pesqueros. "Hay casos de cambio de sexo espontáneo en animales marinos relacionados con productos químicos presentes en medicamentos", asegura el científico, que se muestra partidario de revisar los sistemas de depuración de aguas, aunque "sin alarmismos".

García Negro, en cambio, cree que la capacidad de los individuos de detener el calentamiento global es "muy limitada" y señala a gobiernos y grandes empresas como principales responsables. Ambos coinciden, sin embargo, en señalar las causas económicas del fenómeno, que la economista achaca al "modelo de industrialización capitalista" y el científico al "ansia del ser humano de extraer hasta el último recurso del planeta". "No se trata de un problema ecológico sino económico: ¿Hasta dónde estamos dispuestos a llegar antes de darnos cuenta de que vamos hacia el abismo?", reflexiona el director del IIM.