Las familias de los armadores y marineros de cerco que desde hace tres meses amarraron sus barcos y montaron una acampada de protesta ante la Xunta han sufrido en primera línea la falta de ingresos por la paralización de la actividad. Las mujeres, hijas y hermanas han sido claves en casa y también en momentos culmen del campamento. Y el sábado volvieron a serlo, en la última noche ante la sede de San Caetano.

Quienes viven de los 120 cerqueros (de un total de 150 que hay en Galicia) asociados a Acerga celebraron su Última Cena y ayer levantaron el campamento con un acto simbólico y festivo antes de volver hoy al mar. Sus mujeres tomarán el relevo en su lucha contra el actual reparto de cuotas en el caladero Cantábrico Noroeste, basado en el histórico de capturas de los buques, y en demanda de una distribución lineal, por número de tripulantes. "Seremos vuestra voz, vuestro aliento, seremos vuestros pasos al caminar y lo que es más importante, seremos nosotras, las mujeres, las que culminaremos con una victoria la batalla que comenzasteis vosotros", dijo ayer una de ellas en la lectura del manifiesto de las mujeres. En él califican de "nefasta gestión política" la de la Xunta y la Secretaría General de Pesca y piden el apoyo de quienes hasta ahora respaldaron su lucha. Entre el público se encontraban de hecho Daniel Rodas, del BNG; Pilar Cancela, del PSdeG, y Antón Sánchez de AGE.

El presidente de Acerga, José Blanco, prometió mantener la lucha "en los tribunales", los "despachos de los políticos" y con nuevas protestas. Lucía Olveira, una de las portavoces de las mujeres, dejó claro en el acto de ayer que Acerga no se siente representada por la Federación Galega de Confrarías, cuyo presidente se someterá el día 13 a una moción de confianzaFederación Galega de Confrarías.