Febrero trae aires de cambio sin necesidad de que la marmota Flickr lo diga. Especialmente, para el sector pesquero gallego con dos motivos fundamentales: que el presidente de la Federación Galega de Confrarías, Tomás Fajardo, dé explicaciones sobre el funcionamiento de la entidad y su desvinculación de la protesta de los pescadores de una asociación (Acerga) mayoritaria en el cerco y supere la cuestión de confianza a la que se someterá, y la manifestación del día 27 en Santiago en apoyo a la flota de bajura porque en Galicia la pesca y el marisqueo resultan esenciales para un sistema de vida que admitimos con naturalidad.

Es como la primavera que corresponde a un importante colectivo que desea cambios, pero sin perder su propia identidad como integrantes de una red de entidades sin ánimo de lucro (las cofradías) que, con la experiencia de siglos, otea el horizonte para propiciar las modificaciones que permitan reestructurar sus sistemas de funcionamiento y representatividad sin involución. Corporaciones de derecho público que, por imposiciones debidas a recortes de cuotas de pesca y distribuciones inadecuadas emanadas de la Comisión Europea y de la Secretaría General de Pesca, han contribuido -y de qué manera- a hacer de los pósitos una mera sombra de lo que fueron hasta hace bien pocos años.

La estructura provincial y autonómica de las cofradías, y la dependencia de estas de la nacional, nunca se ha visto alterada hasta el momento y debido esta a la creación de asociaciones (como Acerga o Cerqueiros Galegos) que dicen querer volar solas pero sin perder el vínculo con los pósitos. Algo así como el "contigo o sin ti, no tienen mis males remedio". Y, sin embargo, habrán de decidir, tarde o temprano, cuál va a ser su papel como asociación al margen de las cofradías y si éstas deben seguir siendo el sostenimiento de una estructura pesquera en la que la Consellería do Mar quiere entrar como elefante en una cacharrería y sin previa consulta (que se sepa) a los órganos de dirección de las entidades que quiere controlar de forma implacable basándose en sus problemas económicos.

Las cofradías no se pueden centrar en su funcionamiento con tantos frentes abiertos. Y por si fuese poco, ahora viene la Xunta y moja el pan en la salsa que otros han cocinado.