Miles de personas se han desplazado a Santiago, pese al mal tiempo, que no los ha desanimado, para protestar en una ciudad que no tiene mar pero sí acoge la sede de la Xunta, por un sector, que eligieron como su modo de vida, y al que ven olvidado.

Marineros y mariscadores procedentes de zonas costeras, en casos con turismo propio y en otros en centenares de autobuses que los han movilizado, han partido después de mediodía de la alameda en un "día histórico" en el que quieren mostrar la unidad de un colectivo, que ha podido paralizar, han dicho conjuntamente, el anteproyecto de la Ley de Acuicultura. La organización cifra el número de participantes en 30.000.

Consignas centradas en que el mar no se vende y en su intención de seguir viviendo de él han coronado la concurrida marcha, seguida por cofradías, ecologistas, sindicatos y representantes de todos los grupos políticos de la oposición en la Comunidad, que han querido acompañarlos en esta acción reivindicativa.

Con paraguas, camisetas con combativos lemas, gritos de dimisión y el sonido de una bocina típica de los puertos pesqueros, todos han pedido un "cambio de rumbo" para no ir hacia una "muerte segura" que no van a consentir, han expresado, tras avisar de que esta manifestación solo es "un punto y seguido".

"Nos asiste la fuerza de la razón" y máxime en una tierra que es altamente dependiente de la pesca, que representa el 2% del Producto Interior Bruto (PIB) y emplea, bien directa o indirectamente, a más de 30.000 personas.