Un mar de paraguas invadió las calles compostelanas en la fría, gélida, mañana de ayer. Bajo esos paraguas, rostros de hombres y mujeres de la mar cansados de aguantar otro tipo de inclemencias gestadas en despachos ajenos a la marea cívica que dejó bien claro que "el mar es nuestro futuro", el de ellos -los marineros, rederas, mariscadoras, etc.- y el de todos los que dependemos de una pesca sostenible y cuyos derechos han de ser, necesariamente, distribuidos conforme a la importancia de las flotas y sus tripulantes. De paso, para que el marisqueo sea algo más que las pretensiones de las grandes empresas que, de explotar ellas los parques de cultivo, nunca darían el empleo que el marisqueo regulado permite a día de hoy. La acuicultura, con una ley que se dice ha sido retirada, no sería la misma. Y esto lo saben en San Caetano. También lo saben los que viven de ella sin especular con jaulas de salmón o bonito.

Lo importante no fue el número de participantes en esta manifestación desarrollada a golpe de bocina por unas calles aletargadas por el frío. Ni siquiera las ropas de agua, las camisetas multicolores, los ojos semicerrados por la lluvia que batía con fuerza gracias al viento dominante. En algunos coches, utilizados por los manifestantes para desplazarse a la capital de Galicia, quedaban las huellas de la nieve acumulada (otros coches, procedentes de Viveiro y zonas próximas, tuvieron que regresar a sus localidades de procedencia debido a que la nieve acumulada en A Gañidoira nos les permitía continuar en dirección a Santiago). Lo importante, de verdad, era el motivo que llevó a miles de ciudadanos gallegos que viven de la mar a gritar en la Ciudad del Apóstol para que los rectores de la cosa pesquera y marisquera cambien el rumbo porque el que llevan actualmente es de colisión frontal y sin caer a estribor para ver la luz roja del que viene de frente.

La mar quiere futuro y necesita como agua de mayo (no sé si este año será precisa en dicho mes) un presente que permita planificar lo venidero. Para ello precisan de la misma unión que se demostró en esta ocasión -la segunda en manifestantes de la mar tras aquella inolvidable del Estai, en la misma capital compostelana- y que los oídos de los que rigen el mundo de la mar en Galicia y España estén prestos a la bocina, porque la del sábado hizo sonar un primer aviso: aquí estamos y sabemos lo que queremos. En nuestras manos (nuestros votos) está el que podáis continuar en las poltronas. Que sigáis ahí depende, única y exclusivamente, de nosotros. Las elecciones vienen y van, pero las manejamos los mismos que llevamos el timón de nuestras embarcaciones.

Pues eso.