La conselleira do Mar, Rosa Quintana, parece haber oído las voces de aquellos que, desde hace meses, reclaman un cambio de rumbo en el sector de la pesca y el marisqueo gallegos. Y digo "parece" porque, posiblemente, la primera responsable de la Administración pesquera de Galicia no ha captado verdaderamente lo que miles de gargantas gritaron el sábado pasado por las calles compostelanas.

Recoger el guante probablemente no sea la expresión más feliz consecuencia de una reclamación nacida en un sector acostumbrado durante muchos años a callar (el que calla, otorga) porque pescadores, rederas, mariscadores de un país no viajaron a la capital gallega un día frío, de lluvia, granizo y nieve, para desafiar a Rosa Quintana (recoger el guante es, específicamente, aceptar un desafío). Simplemente, le han demandado cambios en el rumbo de la Consellería y, si acaso, que se vaya, que abandone las responsabilidades si es que se ve incapaz de protagonizar ese cambio propuesto. Esto es lo que se planteó esa mañana -mediodía ya- de una jornada histórica en la que prevaleció la unión de todos los segmentos de flota y artes de marisqueo, la tranquilidad -no hubo alteración alguna en la marcha- y en la que, no obstante, hubo ausencias significativas: no estaban representados (al menos oficialmente) en esta manifestación los principales puertos pesqueros de Galicia: Vigo, A Coruña, Ribeira, Marín... aunque sí se hacían notar otros infinitamente más pequeños pero con conciencia de clase.

Una manifestación en la que tampoco hubo representación oficial de la organización de cerqueros gallegos creada al socaire de la protesta de los socios de Acerga. Estaba, y se hizo bien patente, un grupo importante de cofradías de pescadores e incluso el presidente de la Federación Galega de Confrarías, que se mantiene en el cargo a pesar de los pesares.

Es decir: unión, sí; pero notables ausencias, que hablan a las claras de cómo cada uno entiende el problema ya que a no todos afecta del mismo modo el reparto de cuotas de pesca, ni la nueva concepción de la acuicultura en un programa ahora retirado, ni el arrastre ha tenido una muestra de solidaridad para con aquellos que, en cualquier momento, pueden ser sus aliados porque las batallas van por su orden administrativo y es probable que afecten a la totalidad del sector pesquero si nos atenemos a lo poco que se conoce respecto al futuro que se plantea. Haría bien, por tanto, la conselleira usando los guantes para resguardar sus manos del frío reinante y recoger las quejas de quienes se consideran maltratados por la actuación de quienes, en esas manos enguantadas, tienen el poder de decisión para al menos intentar mejorar las cosas.