Juan Carlos Corrás es el gerente de la asociación PescaGalicia-Arpega-O Barco, organización que agrupa unos 47 barcos de arrastre y artes fijas que faenan en Gran Sol y el litoral español. Un grupo de pesqueros gallegos de bandera inglesa, francesa y española que se ha visto reducido a la mitad en apenas una década, por lo que Corrás no esconde su enfado con las autoridades de la UE y lo que considera su política de "extinción" de flota.

-¿Cómo encara 2016 la flota gallega en Gran Sol?

-Con mucha preocupación. Llevamos varios años con los caladeros en mejores condiciones que nunca pero nos ponen piedras en el camino. Por eso siempre digo que esta es una política de extinción de flota, no de conservación de recursos. La merluza en un par de años se ha disparado hasta llegar a un buen estado casi insostenible; hay quien se pregunta si tanta merluza no estará afectando a otras especies. El rape y el gallo en Gran Sol están en una situación óptima. La cigala es la más inestable y nosotros lo achacamos al tema de las prospecciones petrolíferas. Hacen sondeos sísmicos continuamente en Porcupine y el Gran Sol y eso causa daño a los ecosistemas.

-Precisamente Reino Unido acaba de abrir una nueva ronda de prospecciones en esa zona.

-La pesca se lleva la culpa de todo cuando no es así. No paran de declarar áreas de prospección de aguas profundas. A veces incluso en zonas protegidas donde solíamos pescar, es mucha casualidad. Claro, no es lo mismo tener que indemnizar a 2.000 marineros que pagarle a veinte. Si te voy echando y diciendo que ahí no puedes faenar, después no me puedes reclamar perjuicios. Cuantos menos pescadores queden, más habrá para el petróleo y para la acuicultura. Por otra parte, en las costas lo único que hay es más gente, más industria y más vertidos, y eso tampoco se cuenta.

-Pero las cuotas en Gran Sol subieron este año.

-Un poco. Lo que pasa es que la subida no es suficiente para cómo está el recurso. Cuanto mejor está el stock, más tiempo tienen que parar los barcos. Un buque de nuestra asociación está inactivo unos tres o cuatro meses al año. Antes se trabajaba todo el año, salvo un mes en verano y otros quince días en Navidad.

-¿Cómo se adapta la flota a la prohibición de los descartes?

-Es una utopía. Algunas artes no pueden ser más selectivas. Estamos adaptándonos a pasos agigantados y con un criterio poco claro por parte de la UE, que a veces no sabe responder nuestras dudas y delega en los países. Y como se decía recientemente un estudio, los descartes alimentan el pescado en el mar. Se utiliza pescado para dar de comer a los peces de acuicultura pero a mí no me dejan tirarlo al agua, lo que nutre el que yo capturo.

-¿Se estabilizó la reducción de flota o continúa igual?

-La flota siempre va a menos. El año más problemático fue 2008, debido a la crisis del combustible: Subieron los precios y muchos barcos fueron directamente a la ruina. 2006 también fue difícil, ya que entró la prohibición de las redes de enmalle. Se limitó la pesca a 600 metros y se eliminó la posibilidad de pescar tiburón de aguas profundas. A los doce buques que se dedicaban a esta especie no se les dio ninguna alternativa, se fueron al desguace. Otra medida que agravó la situación es que se permitió a los armadores revender su cuota tras los desguaces. Eso multiplicó los despieces. El problema es que las autoridades no nos defienden. Allí te llaman español y aquí te llaman inglés.

-¿Cuántos barcos se desguazaron en los últimos años?

-En el arrastre de litoral del Cantábrico pasamos de 136 barcos en 2004 a unos 75 en la actualidad. Se desguazaron cinco pesqueros de arrastre de litoral solo en 2015. Con ellos, se perdieron entre 700.000 y un millón de euros en valor de primera venta. Son diez o doce marineros trabajando y toda la industria auxiliar de alrededor. Los talleres, las cajas, los transportes, los víveres. Todos los impuestos que se pagan. IRPF, IVA, Seguridad Social.

-¿Defendió el Gobierno como debería al sector gallego que se ve obligado a comenzar a cotizar en Francia? ¿Todavía es posible llegar a un acuerdo?

-Se habla de un convenio con la Seguridad Social gala, pero en principio afectaría solo a este servicio. No entraría en el tema laboral, y ahí tenemos el gran problema. Sabíamos que cumplíamos la legalidad, ahora nos dicen que no y nos tratan como a empresas del Tercer Mundo que se aprovechan de los trabajadores. Nosotros actuamos como si estuviésemos en España y cotizamos lo que haya que cotizar aquí. Tienes un barco francés que pesca en aguas irlandesas, por lo que ni siquiera trabajas en Francia, con una tripulación española. ¿Para qué vas a tener que cotizar y tener el médico en Francia? Los marineros no viven allí. Lo que nos queda es el desamparo, estos tripulantes que de pronto van a ser extranjeros en su propio país. La UE es la libertad de movimientos y trabajadores, pero parece ser que a algunos no les compensa y quieren mejorar sus cifras de la seguridad social para dar a entender que tu economía crece.

-El reglamento de medidas técnicas que propone Bruselas también creó mucha polémica.

-La Comisión Europea (CE) propone aumentar 40 centímetros el tamaño de la malla de arrastre en Gran Sol. Para la merluza se mantiene en 100 y en artes fijas lo quiere pasar a 120. Aquí en el litoral lo quieren aumentar de 70 a 100. Es un abuso. Nos va a reducir las capturas un 50%, hay especies que no se pueden pescar así. La CE dice que va a ser el sector el que proponga, pero ya está marcando líneas. Lo mismo sucede en el caso del veto al arrastre de fondo por debajo de 800 metros. España no puede dejar que le marquen límites, porque en ese momento estamos vendidos. Van a ir a por más y nuestras reclamaciones están acotadas.