No son tan solo 16 toneladas, como en la canción que The Platters o nuestro José Guardiola popularizaron allá por los años 60 en el mundo hispanohablante. Son casi 7.000 las toneladas de anchoa que, en el Cantábrico, el Ministerio del que el secretario general de Pesca, Andrés Hermida, es un pilar básico, e Isabel García Tejerina, ministra, el fundamental, podrá pescar la flota española tras el aumento de cuota aprobado por Bruselas. Ambos pilares, no obstante, son insuficientes para soportar la pesada carga que arrastran a trancas y barrancas los cerqueros gallegos que, el pasado domingo, trasladaban nuevamente a las calles de Santiago (de Compostela) sus reivindicaciones de un reparto justo de cuotas.

Tarde, mal y arrastro la aplicación de esta decisión. Y más, todavía, a la vista del lastimoso estado del stock de anchoa, integrado este por miniejemplares que los pescadores no consiguen colocar en el mercado conservero y, a duras penas, lo sitúan en los mercados para consumo directo.

Esa anchoa es la que, más pronto que tarde, llegará a las costas gallegas y nuestros marineros se temen que, además de en pequeñas, mínimas cantidades, su captura servirá para trabajar mucho y sacar un rendimiento tan exiguo que no cubrirá los gastos de salir a pescarla (aunque sea a la puerta de la casa de cada uno).

De la talla de la anchoa no tienen la culpa ni el secretario general de Pesca ni la ministra. Tampoco la conselleira do Mar, Rosa Quintana; pero los pescadores gallegos centralizan sus quejas en la política pesquera, a la que culpan de todos los mares. Lo resumen de forma expresiva: "Falla la política, no la pesca". Porque los peces están, y si están ellos, lo está la pesca.

Mas la aplicación de políticas pesqueras trasnochadas, inadecuadas, más encamindas a poner cortapisas al sector extractivo que a mantener una adecuada explotación de los caladeros mediante un racional sistema de reparto, hace inviable la existencia de la racionalidad en la pesca.

Ni sixteen tons, ni las 6.800 toneladas "descubiertas" como por verdadera suerte en la reserva y que ahora son de aplicación a la pesquería esta primavera-verano. Cabe suponer que en el Ministerio y en la Secretaría General de Pesca Marítima -también en la Consellería do Mar de Galicia- son conscientes de que esa flaca ayuda para nada contribuye a solucionar los problemas que afecta a la flota. Es como entregar un mondadientes o palillo a quien no come nada sólido. ¿Para qué, si nada tiene que escarbar entre los dientes?.

"Falla la política, no la pesca". Y hombres y mujeres del cerco gritando en la alameda compostelana y así por las calles de la capital de Galicia para que alguien ponga un poco de sentidiño allí donde la política pesquera brilla por su ausencia.